miércoles, agosto 27, 2025
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120 años de San Antonio Oeste: homenaje al temple y la firmeza de sus pioneros

HISTORIAS SANANTONIENSES. Esta ciudad guarda el privilegio de haber albergado a poco más de siete generaciones, desde su primer asentamiento en el Este.


El 31 de octubre de 1885, el flamante gobernador del Territorio de Río Negro, el general Lorenzo Vintter, designó con el nombre de San Antonio Este a la población ganadera ubicada al norte de la península de Villarino, cercana al puerto del Este.

Posteriormente, razones de operatividad portuaria e intereses en la comercialización ganadera generaron debates sobre la reubicación del puerto. La propuesta consistía en trasladarlo a un lugar más protegido y de navegación accesible, mediante el canal de la Caleta.

Fue así como dos conocedores de la zona, Adolfo Russo y Manuel Benito, se interesaron por el tema y realizaron mediciones de profundidad en el canal de acceso. Confirmaron que los barcos que operaban en el Este podían hacerlo dentro de la bahía sin inconvenientes, una vez construidos los muelles.

El 10 de julio de 1905, se reconoció a la firma Sassemberg el primer asentamiento poblacional, y esa fecha se tomó como la fundación del puerto de la caleta, hoy San Antonio Oeste. Su nombre fue oficializado por decreto del Poder Ejecutivo Nacional el 6 de enero de 1910.

Es un deber reconocer que fueron muchos los pioneros que se sumaron al llamado «Éxodo del Este». Decidieron trasladarse al nuevo asentamiento no solo en busca de una mejor calidad de vida, sino también para impulsar la actividad laboral en la incipiente zona del futuro puerto de San Antonio.

En 1910, el ferrocarril comenzó a proveer agua desde Valcheta, lo cual continuó durante sesenta y cinco años, hasta 1975, cuando se habilitó el canal Pomona-San Antonio.

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Cuando periodistas de los diarios La Razón y La Prensa de Buenos Aires llegaban en barco para informar sobre el tendido de la línea férrea entre San Antonio y el Lago Nahuel Huapi, no podían explicarse cómo un pueblo sin agua podía ser cabecera de un ferrocarril autónomo. Era una paradoja. Los antiguos pobladores sostienen que los sanantonienses vivieron un antes y un después con la llegada del agua.

Un hito que marcó dos etapas fundamentales en la vida de una población que, a pesar de carecer del elemento vital, supo sobreponerse a esa adversidad. «Donde no hay agua, no hay vida», dice un viejo proverbio. Sin embargo, ante la escasez, la extraían de lo profundo de la tierra para su consumo, un método que también habían utilizado en el asentamiento anterior.

Así, con visión de futuro y sed de progreso, sus habitantes redoblaron esfuerzos para mejorar su calidad de vida. Eran hombres y mujeres leales a este lugar que habían elegido, junto al mar.

Una historia de superación, posible gracias al temple y la firmeza de aquellos pioneros, que asumieron el desafío de poblar el litoral marítimo rionegrino, en la costa norte de la Patagonia argentina. (Texto de Adolfo Fragosa)

– créditos a quien corresponda

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