Inicio Las Grutas 63 años de Las Grutas “La laguna grande que no terminaba nunca”

63 años de Las Grutas “La laguna grande que no terminaba nunca”

Un día como hoy, un 30 de enero de 1960, pero hace 63 años, en el salón de actos del palacio municipal de San Antonio Oeste, se firmó el Acta Nº 1, que formalizó el nacimiento de Las Grutas. .


El presidente del entonces Concejo Municipal don Celso Rubén Bresciano propiciaba una reunión convocando a un grupo de vecinos quienes crearon la primera Comisión Honoraria del Balneario.

La misma estaba conformada por José Kanje, Fidencio H. Leal, Orlando Vega, Miguel Santolíquido, Juan J. Leal, Leopoldo Cabaleiro, Julio Guido, Egberto Vichich y otros que se incorporarían con el tiempo.

Si nos remitimos a la reseña de Héctor Izco menciona “Como primera medida se dispone un trazado y un loteo. Pequeño, abarca lo que hoy sería desde la calle Catriel hasta las inmediaciones de la Segunda Bajada en lo largo, y en lo ancho la avenida Costanera y la actual calle Viedma. Pequeñas manzanas y dentro de ellas, pequeños terrenos, corrientemente de 10 x 14 metros y su adjudicación respecto a los mejores lugares por sorteo, a un precio de 3.000 m/n.”

Y casi de la nada –expresa Izco– surgen las primeras construcciones, modestas y adaptadas a las medidas de esos terrenos y más que nada a las expectativas y posibilidades del momento”.

El lugar, lógicamente estaba fuera del ejido municipal de San Antonio en esa época y lindaba con el campo de Eugenio Tarruella.

En esos tiempos también mencionan que “por el año 1938 había allí un viejo poblador don Isidro Álvarez, que como varios de la zona de médanos de la costa tenía un ranchito y un corral atendiendo una punta de chivas”.

En su libro “Las Grutas” la historiadora Josefina Arce de Ballor agrega el valioso dato de que “por el año 1892 se radicó en el lugar un español: Pablo Hernández. Este hombre construyó su rancho, sobre un costado del camino, cercó un corral, para un gran rebaño de cabras, vivió algunos años dedicado a su manada andando siempre solo rodeado de un halo misterioso y lo llamaban “el pastor”.

Menciona también que Isidro Álvarez “llegó a radicarse procedente del río Salado y traía consigo 100 cabezas de vacunos, 300 ovinos y 24 caballos” agrega Ballor que “cuando estuvo acomodado comenzó a trabajar: se preparó un carrito, lo adornó con los colores patrios, a los costados con pintura negra, se internaba en el monte, sacaba, cargaba hasta el tope, y con su mulita atada se iba de leñatero a San Antonio Oeste, vendía toda la carga, por 300 pesos y traía de regreso las necesidades”.

“Don Isidro Álvarez vivió así, en compañía de su esposa, treinta y cinco años, con sus cabras que vendía la leche y su señora fabricaba los quesillos, que eran codiciados por los sanantonienses”.

Agrega también el valioso dato que al lugar llega por el año 1952 “don Juan Tarruella, un hacendado que traía permiso de la provincia y que construyendo su casa se instaló con su familia”.

Una pequeña casa de veraneo

Don Héctor Izco por su parte en su libro sostiene que San Antonio Oeste “en el año 1938, un grupo de muchachos, con flamantes veinte años casi todos, deciden hacer una casita de verano en Las Grutas”. No se sabe con certeza a quien pertenece la idea.

Esos muchachos según el autor eran: Leopoldo Cabaleiro, Fidencio Leal, Darío García Díaz, Andrés Ortiz, ocasionalmente César Domínguez y el mismo Héctor Izco.

“La laguna grande que no terminaba nunca”

Así lo expresó el primer comerciante de Las Grutas Adolfo “el negro” Espinoza quien dijo que en el año 37 y 38 conoció por primera vez con seis años y aseguró que vio la primera casita de los muchachos que armaron en la costa. En el año 1952 instaló el primer almacén en la zona de la primera bajada.

Estos hitos fundacionales, hasta la primera acta llena de antecedentes del nacimiento de lo que hoy es el balneario más importante de la Patagonia. Mucho tiempo ha transcurrido y hoy está considerado a nivel nacional como un lugar turístico de preponderancia, de tal envergadura que ni siquiera aquellos pioneros podían imaginar, aunque sí albergaban un futuro de grandeza.

Hoy Las Grutas es considerada una de las mejores playas del país. Algo que nadie tenía en cuenta, en cambio los pioneros sí lo sabían, por eso eligieron el sitio, un corolario que no vieron, pero que albergaban en sus corazones (Fuentes: Izco – Lefevre – Ballor – Castañeda).

 

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