En el Centro de Educación Técnica N° 32 la formación en hotelería, gastronomía y servicios avanza a paso firme. En el establecimiento, ubicado en San Antonio Oeste, los alumnos de cuarto, quinto y sexto año desarrollan prácticas integrales que combinan teoría, técnica y trabajo en equipo, con el objetivo de prepararse para un futuro laboral en el sector turístico y gastronómico de la región.
Esta semana, la institución recibió nuevo equipamiento técnico por parte del Rotary Club de San Antonio Este, que está destinado a fortalecer las prácticas de los estudiantes de las orientaciones en Servicio de Salón, Cocina, Enología y Bar. Los equipos permitirán simular de manera más realista el funcionamiento de un restaurante o confitería, conectando todas las áreas de atención al cliente, cocina y barra.
Durante la jornada, los alumnos de Servicio de Salón II compartieron su experiencia de aprendizaje. “En esta materia vemos todo lo que es el servicio al cliente, nosotros seríamos los mozos”, explicó una de las estudiantes, mientras mostraba el trabajo que realizan dentro del aula taller. “Nos coordinamos entre compañeros para ir sirviendo en las mesas y tomando los pedidos. Ahora estamos utilizando una aplicación que nos permite registrar las comandas y trabajar con el sistema que usan los chicos de sexto año en Bar y Enología”, detallaron.
Los estudiantes contaron que la formación técnica le abrió una nueva perspectiva sobre el futuro laboral. “Todavía no tengo decidido qué voy a hacer cuando termine, pero el CET te abre muchas puertas. Acá aprendemos muchísimo en las prácticas, y eso te permite conseguir trabajo en temporada, porque en esta zona hay muchos hoteles y restaurantes”, señalaron.
El trabajo conjunto entre los distintos niveles y orientaciones es uno de los pilares del proyecto educativo del CET 32. Mientras los alumnos de cuarto se enfocan en el servicio y la atención al cliente, los de sexto, en el área de bar y confitería, aplican sus conocimientos en la gestión de pedidos, cobros y preparación de bebidas. De esa forma, cada grupo aporta a la simulación de un entorno gastronómico profesional.
La cocina como aula de práctica
En simultáneo, la profesora Ingrid Urrutia, a cargo de la materia Cocina II, explicó cómo se desarrollan las clases prácticas en la institución. “Esta materia es un poco la general de todo lo que tienen en la carrera. Vemos carnes, pescados, mariscos, guarniciones, salsas, postres. Hoy, por ejemplo, comenzamos con los postres y estamos elaborando unos shots dulces con babarua de frutillas y mousse de chocolate”, detalló, mientras acompañaba a sus estudiantes en la cocina.
Según Urrutia, la dinámica de trabajo busca que los estudiantes integren todos los contenidos a través de experiencias concretas: “Trabajamos una o dos elaboraciones por semana para que ellos puedan visualizar de todo un poco. Son grupos reducidos, que rotan cada dos meses por distintos talleres, y esta es la última materia de cocina que cursan. Además, trabajamos en conjunto con Servicio de Salón II y con Bar y Enología, que son quienes atienden la confitería”.
La profesora subrayó que cada práctica funciona como un simulacro del trabajo real en un restaurante. “Esto siempre es una simulación de lo que sería la realidad en gastronomía. Los chicos tienen que organizarse, recibir comandas, preparar, servir y mantener la coordinación entre todas las áreas. Es un trabajo que exige compromiso y responsabilidad, y ellos lo asumen con mucha seriedad a pesar de su corta edad”, valoró.

Vocación y compromiso desde jóvenes
Ingrid, oriunda de Sierra Grande, se incorporó al CET 32 motivada por el deseo de compartir su experiencia profesional. “Llegué buscando una oportunidad laboral. Yo ya venía trabajando en educación especial, también vinculada a la gastronomía. Soy técnica superior en gastronomía y trabajé muchos años en hoteles y restaurantes”, contó.
La docente destacó el valor pedagógico de su tarea y la importancia de transmitir el conocimiento acumulado en el rubro: “Los gastronómicos también nos cansamos un poco de la rutina, y enseñar es una forma de descansar y volcar el conocimiento. Soy de la generación que decidió compartir las recetas, porque siempre sostengo que todos aprendemos de todos”.
El CET 32 mantiene una intensa agenda de actividades que trascienden las aulas. “Este año estamos trabajando los jueves y viernes en la confitería, pero también participamos en eventos y actividades de la comunidad. Constantemente la escuela está en movimiento, los chicos hacen servicios, preparan platos y ponen en práctica lo aprendido”, explicó Urrutia.
Formación técnica con salida laboral
La propuesta educativa del CET 32 se destaca por su enfoque práctico y profesionalizante, que permite a los jóvenes egresar con un título técnico y experiencia real de trabajo. En una localidad como San Antonio Oeste —con un perfil turístico en crecimiento y una fuerte demanda de servicios gastronómicos en temporada—, esta formación representa una oportunidad concreta de inserción laboral.
“Las prácticas son muy completas y se aprende muchísimo. Nos enseñan desde cómo atender al público hasta cómo montar un salón o preparar un postre. Todo lo que hacemos tiene que ver con el trabajo real”, resumió una de las alumnas.
En cada rincón del taller, se respira entusiasmo y compromiso. Los estudiantes, con sus delantales y utensilios, se preparan para el futuro con la certeza de que su formación técnica no solo los capacita para un empleo, sino que también los impulsa a construir una vocación.
El CET 32 de San Antonio Oeste continúa consolidándose como un referente regional en educación técnico-profesional, articulando la enseñanza con las necesidades productivas y turísticas del territorio. Y lo hace con el ingrediente esencial de toda receta exitosa: la pasión de sus docentes y estudiantes por aprender haciendo.


