Los Guardas ambientales de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, dependiente de la Secretaría General, continúan asistiendo a la ballena Franca Austral varada en Caleta de los Loros.
El miércoles hubo cambio de guardia y los primeros guardas en iniciar la asistencia al juvenil cetáceo brindaron detalles de todo lo realizado por el personal del organismo, como así también de la participación de especialistas, y el acompañamiento constante de los pobladores de las Áreas Naturales Protegidas (ANP), a quienes realizaron un especial agradecimiento.
Con signos vitales débiles, más de seis días sin alimentarse y casi sin movimientos, Amancay permanece en la ANP, que los propios guardas ambientales definieron como una “trampa natural”, por las características del lugar.
Antonella Lema y Fernando Hartmann fueron los primeros guardas ambientales de la SAyDS en arribar al lugar donde apareció la ballena juvenil, de unos 12 metros y más de 10 toneladas, el pasado viernes 24, en horas de la mañana.
“Creemos que llegó con la pleamar de las 3 de la mañana del viernes. Ese día hubo vientos fuertes desde el sur, una marea más alta de lo habitual. Un poblador del lugar fue quien la encontró, le avisó a su esposa y ella nos avisó. Mientras nos preparábamos para ir hasta el lugar, le pedimos a un ex guarda ambiental que estaba más cerca, que se trasladara y nos diera detalles de la situación”, relató Lema, quien explicó que ellos se encontraban en Pozo Salado y la ballena quedó varada en el sector de Caleta de los Loros.
Para poder llegar hasta Amancay se utilizaron vehículos especiales. La guarda ambiental explicó que una vez que arribaron a Caleta tenían dos opciones para acercarse al cetáceo, en línea recta por un cangrejal y con una distancia de 2 km, o bien bordeando los medanales, pero con el doble de recorrido. “Sin dudarlo y porque conocemos la zona, fuimos por el cangrejal. La ballena estaba en una zona muy plana y a unos 15 metros había un canal natural con agua. Cuando llegamos estaba subiendo la marea. La ballena estaba muy enérgica, se movía con mucha fuerza, por lo que nos acercamos con cuidado. Con ayuda de los vecinos, hicimos otro canal conectándolo con el formado naturalmente, para poder mojarla. Estuvimos tres horas hidratándola, pero nos tuvimos que retirar porque había pleamar. Con la marea alta intentamos distintas maniobras para que la ballena nadara hacia aguas profundas, pero pasó todo lo contrario”, relató Lema.
A pesar de los intentos de vecinos, guardas ambientales, Amancay comenzó a moverse y volteó hacía la playa, acercándose más a la orilla, encallándose aún más.
Con la presencia de los especialistas del Instituto de Biología Marina (IBM), los guardas ambientales tuvieron más datos sobre el animal. “Nos informaron que era un juvenil, no estaba enfermo, no presentaba lesiones de ningún tipo, de unos 12 metros y más de diez toneladas. Cuando la ballena volteaba, la gente del IBM pudo determinar que era una hembra. Creemos que la falta de experiencia, las condiciones climáticas, de la marea, hicieron que ingresara a Caleta, que es una trampa natural. En otras oportunidades aparecieron toninas y delfines. Algunos pobladores han encontrado huesos de cachalotes y ballenas. Incluso algunos lo llaman cementerio de ballenas a un sector determinado, aunque no hay registros de varamientos de ballenas en los últimos años”, agregó.
Los días siguientes el viento fue más leve y desde el norte, las mareas no fueron tan significativas como la del 24, y más allá de las diferentes medidas que se pusieron en práctica, el regreso de Amancay a aguas profundas está cada vez más lejos. Su salud se ha deteriorado por la falta de alimentación, por el aplastamiento de sus órganos internos al estar tantos días en tierra, tiene lesiones por el picoteo de las gaviotas y la extensa permanencia sobre la superficie terrestre. La respiración es cada vez más lenta y casi no se mueve. Todo predice un triste desenlace, incluso advertido desde el principio por los integrantes del Instituto de Biología.
“Dimos todo lo que pudimos. Se hizo todo lo que se pudo, guiados por especialistas como es la gente del IBM, quienes además se contactaron con otros institutos. Uno humaniza la situación y percibe el sufrimiento del animal. Lo que tenemos en claro que es algo propio de la naturaleza, que no hubo intervención de la actividad del hombre en este varamiento”, agregó la guarda ambiental, quien realizó un agradecimiento y mención especial a todos los pobladores de Caleta de los Loros y Pozo Salado por la ayuda y acompañamiento que les brindaron a lo largo de todos estos días.