HISTORIAS SANANTONIENSES. Donde hay agua, existe la vida. Sin embargo, los primeros colonos de la bahía de San Antonio, la falta de agua fue un problema que se encaró con optimismo.
Transcurrieron muchos años hasta que, finalmente, el agua llegó desde el río Negro. Entre tanto, los habitantes obtuvieron agua mediante fuentes provisorias. El arroyo Valcheta resultó fundamental para sostener la vida. El agua se traía en tanques ferroviarios y luego distribuida entre los pobladores. (Foto de abajo, el célebre poster con la cantimplora realizada por el fotógrafo Tomás Gurmandi por encargo del gobierno provincial)
Para fines de la década del sesenta, la gente estaba harta de promesas incumplidas. Se habían presentado varios proyectos, todos rechazados por «falta de presupuesto» o desinterés.
Por fin, el 20 de agosto de 1972 se inauguró el canal Pomona-San Antonio Oeste festejándose con un gran asado, solucionándose en parte el abastecimiento de agua. Y bien que decimos en parte, porque la inauguración fue «trucada». Como el canal no abastecía bien ya que adolecía de varios problemas -filtraciones más que nada- para que las manos frente al Municipio vertieran agua se le ocurrió a alguien bombear líquido desde varios camiones. Las manos eran diseño de la artista Dolores Fállada, el trabajo de albañilería a cargo del vecino Arroyo, entre otros, y la frase que acompaña al monumento, se dice que fue inspirada por el párroco local el recordado Padre Rossatto. (Foto de abajo, el asado de la inauguración, realizado en instalaciones de COMSAL).
Por supuesto, esta solución no satisfizo a los sanantonienses quienes pensaron -muchos de ellos- que estaban frente a otra maniobra política destinada a postergar la obra. La inauguración parecía como «de apuro». Frente a este problema, se formó una Comisión Permanente del Agua para monitorear las reparaciones y realizar reclamos.
Hubo un hecho fortuito que aceleró la construcción del canal. A fines del sesenta, el ingeniero Juan Antonio Figueroa Bunge fue designado gobernador de Río Negro mediante el decreto 4493 rubricado por el militar golpista Juan Carlos Onganía. Luego de reemplazar al gobernador saliente Luis Lanari, el nuevo gobernador decidió en armonía con sus vínculos en Roca construir una ruta que uniría esta ciudad con Bariloche atravesando el río por un puente en Paso Córdoba. Al intendente de Cipolletti Julio Dante Salto no le gustó la medida, dejaba de lado su ciudad, y cuestionó la iniciativa. De inmediato, el autoritarismo se hizo presente y algunos enviados del gobernador llegaron a Cipolletti para expulsar a Salto de su mandato.
Fue el inicio de lo que hoy se llama «cipolletazo». Figueroa Bunge obsecuente con los mandatos militares, obró con violencia hasta que, finalmente, expulso a Salto de la intendencia.
La gente, que por entonces estaba a la expectativa, salió en masa a la protesta, los comercios cerraron, las fuerzas del orden reprimieron sin éxito y los manifestantes incluso lograron entrar al Municipio donde arrojaron por una ventana al subsecretario de Gobierno y al interventor designado. Perseguidos por las calles, los funcionarios buscaron refugio en la sede policial donde; alcanzados; recibieron una paliza el Comisario que fue arrojado en un cantero y todos los policías de guardia según informa la web «Perlitas Periodísticas» de Ernesto Martinchuk.
Semejante estallido de violencia tendría repercusiones en San Antonio Oeste. Figueroa Bunge fue removido de su cargo luego de ejercer 40 días su mandato y reemplazado por el General de Brigada Roberto Vicente Requeijo. Este militar se creía carismático de modo que opto por dedicarse a la política y procuró apaciguar los ánimos.
Fundó el Partido Provincial Rionegrino y bajo su mandato se inauguró el canal acompañado por el intendente Celso Rubén Bresciano y el ingeniero Juan Carlos Suárez por entonces, ministro de Obras Públicas. El apuro por inaugurar un canal sin terminar, se debió a que Requeijo estaba sobre la fecha donde vencía el calendario pre electoral fijado por el dictador Alejando Agustín Lanusse el cuál, obligaba a los funcionarios a renunciar para dedicarse a la política.
Requeijo quiso aprovechar la obra para promocionarse de vista a sus intereses políticos y de paso calmar a los pobladores locales no fuera que hubiera otra rebelión.
De modo que, los habitantes de la bahía de San Antonio no solo tienen agua gracias a sus esfuerzos permanentes, sino que, por esas vueltas de la historia, fueron bendecidos por la solidaridad de la gente de Valcheta y los acontecimientos de Cipolletti. Con el tiempo los problemas del canal se solucionaron, la red de agua potable se fue extendiendo entre las poblaciones y hoy sería casi imposible para las nuevas generaciones imaginar siquiera, lo que era la vida sin agua.
(Equipo colaborativo de Informativo Hoy; Marcelo Pesaresi, redacción e historia).
Fuentes: Información general del Archivo Histórico Municipal de San Antonio Oeste.