sábado, julio 19, 2025
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A 31 años del horror: un sanantoniense fue voluntario de la Cruz Roja en el atentado a la AMIA

Enrique Dowbley, era estudiante de Educación Física de 21 años de la Universidad en La Plata, relató en aquel momento no dudó en actuar cuando se enteró del atentado contra la sede de la AMIA en Buenos Aires.


Dowbley lo encuentra hoy en la actividad de la pesca artesanal y actualmente representante del sector, en aquel momento era trabajador temporario como guardavidas en Río Negro durante el verano.

Enrique relata su vivencia en el diario “El Día” que se dirigió inmediatamente a la Cruz Roja Argentina filial La Plata para ofrecerse como voluntario. Junto a otros dos jóvenes, Manuel y Silvia, fue enviado a la sede central de la organización en la capital federal.

Al llegar al lugar del atentado alrededor de las 17 horas, Enrique fue asignado a tareas de logística, como llevar agua y comida al personal de Bomberos y médicos que trabajaban en el rescate. Sin embargo, su deseo era colaborar de manera más directa. «Quería ayudar a sacar escombros», relató. Ante la negativa del coordinador de la Cruz Roja, quien le indicó que los voluntarios no estaban autorizados para esa labor, Enrique decidió actuar por su cuenta. «Me metí entre los escombros y empecé a juntar restos del derrumbe, junto a los bomberos, pero ya no como miembro de la Cruz Roja, sino como voluntario particular», explicó.

– Nota en Diario El Día de la Plata del año 2004 al cumplirse 10 años del atentado a la mutual israelita de Buenos Aires.

Durante las 24 horas que permaneció en el lugar, Enrique no solo removió escombros, sino que también realizó tareas de apoyo, como reparar las ruedas de los tractores dañados, buscar tubos de oxígeno y transportar medicamentos hacia la sede provisoria de la AMIA en la calle Ayacucho. Además, ayudó a periodistas que cubrían el evento, llevándoles alimentos y agua en baldes para evitar que perdieran sus lugares de trabajo.

Indica la nota periodística que, con evidente cansancio pero con la satisfacción de haber cumplido con su deber, Enrique destacó la importancia de la solidaridad en momentos de tragedia. «Apenas me enteré de lo que había pasado, supe que tenía que estar ahí», afirmó. Su historia es un ejemplo de compromiso y humanidad en medio del caos.

Cabe recordar que el atentado a la AMIA fue un ataque terrorista con coche bomba que ocurrió el 18 de julio de 1994 en Buenos Aires. Causó la muerte de 85 personas y dejó más de 300 heridos, convirtiéndose en el peor atentado en la historia del país y en uno de los mayores ataques contra la comunidad judía desde la Segunda Guerra Mundial.
Enrique Dowbley, era estudiante de Educación Física de 21 años de la Universidad en La Plata, relató en aquel momento no dudó en actuar cuando se enteró del atentado contra la sede de la AMIA en Buenos Aires.

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