En el acervo de la cultura popular, perdura un relato de veracidad inconstatable, pero que encapsula una realidad política que a menudo experimentamos: la desconexión entre gobernantes y gobernados. Con escasas excepciones, esta brecha se ha mantenido a lo largo del tiempo. Este episodio, que bien podríamos calificar de leyenda, se sitúa en la efervescencia previa a la Revolución Francesa. En medio de intensas protestas populares frente al Palacio de Versalles, el pueblo clamaba a la aristocracia por la imposibilidad de conseguir pan —su principal sustento— debido a la escasez de harina y trigo.
Ante esta desesperada situación, se atribuye a la reina María Antonieta, esposa de Luis XVI, la infame frase: «Si no tienen pan, que coman pasteles». Más allá de si este hecho ocurrió o no, su descripción simboliza una realidad que padecemos con frecuencia: la lejanía, omisión, indiferencia, ignorancia o, incluso, la vivencia en una realidad paralela por parte de quienes nos gobiernan y legislan. En esencia, una total ausencia de valoración de las prioridades del pueblo que los eligió.
Resulta vergonzoso, en medio de crisis sanitarias, judiciales, educativas, de seguridad y, fundamentalmente, económicas, ser testigos de iniciativas como la propuesta de declarar, por ley, el «Día del Intendente». Es como si los y las «Marías Antonietas» de la legislatura nos dijeran: «¿Para qué quieren mejor salud, educación, seguridad y salarios dignos, si tendrán el DÍA DEL INTENDENTE para agradecer los sacrificios que hacen por nosotros?».
Legisladores y legisladoras, eviten seguir desprestigiando la política con actitudes y proyectos de este tipo. El pueblo, cada día más padeciente, cuestiona a una dirigencia que parece burlarse o, directamente, ignorar su realidad al punto de vivir en una burbuja. Háganlo, aunque sea por temor, y que la actualización de los hechos les recuerde el triste final de María Antonieta.
SERGIO RICARDO DÍAZ. 14351680
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