El golpe de estado del 24 de Marzo de 1976 contra el gobierno democrático de María Estela Martínez de Perón fue uno de los hechos más aciagos de la historia de los argentinos.
Miles de secuestros, de asesinatos y desaparecidos (no importa el número) imperaban enseñoreándose con saña sobre cualquier sospechoso, sin dar la más mínima garantía de un juicio imparcial y justo a quienes hicieron de la violencia una forma de vida.
Todo era relativo y las ideologías estaban tan radicalizadas que solamente se podían dirimir por las armas. El excelente poeta Mario Trejo supo decir que “la derecha era diestra y la izquierda siniestra”.
Yo me desempeñaba como Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Valcheta durante la gestión de la entonces presidente del Concejo Municipal Elvira Marco y pasamos momentos muy difíciles. Muchos empleados solamente por su ideología fueron declarados “prescindibles”, horrible palabra que imperaba en oficinas públicas y reparticiones.
En esos tiempos el ex Gobernador constitucional de Río Negro, Mario José Franco, fue encarcelado y se salvó de milagro de ser arrojado al mar en uno de los llamados “vuelos de la muerte”, porque como le dijeron, “al que le tocaba le tocaba”. Así lo dejó escrito en su libro de memorias y reflexiones.
Hasta el día de hoy recuerdo el enterramiento de libros, porque leer era peligroso, tan peligroso como usar barba. Perdí muchos ejemplares que estaban en las listas negras y que nada tenían que ver con con material comprometido, porque metían todo en la misma bolsa.
Recuerdo cuando en Bahía Blanca había comprado una colección de biografías de segunda mano y una patrulla del VI Cuerpo de Ejército irrumpió en la Café Llao en la avenida Colón donde estaba tomando un café y al sacarnos afuera me los tiraron al piso (me acuerdo que llovía) y hasta ese entonces no sabía que Ravel, Proust, Zola y Calvino entre otros eran subversivos de armas tomar.
Por aquellos años solía publicar poemas en revistas alternativas de Buenos Aires como Rayos del Sur, a cuyo Director Jorge Reboredo encarcelaron junto a su esposa la poeta Solana Macías y al echarlo de su trabajo y perseguido terminó su vida con el suicidio. Todavía tengo la colección de “Rayos del Sur”.
En Bahía Blanca, entre muchos otros, asesinaron a mis amigos entrañables el poeta y artista plástico Ovidio Oscar Ancel y al dramaturgo Ángel Enrique Ogues y éste último ¡qué paradoja! hombre que para nada simpatizaba con la izquierda. Dijeron que fue un error.
Estaba en prensa un nuevo número de la hermosa revista CRISIS donde se iban publicar poemas de mi autoría ilustrados por el excelente talento del Pierino Gallucci, cuando el escritor Vicente Zito Lema, a la sazón director de la revista, me envía una carta donde me decía que “malos vientos soplan sobre nosotros”, que guardo entre mi correspondencia más querida. Allí también supe que la poesía era “peligrosa”.
Los años han pasado y hoy, en el día de la memoria, la verdad y la justicia, debemos recordar estos hechos para que las generaciones que no los vivieron sepan apreciar y defender la vida en democracia, para que nunca más se vuelvan a repetir.
Jorge Castañeda (Escritor – Valcheta)