Acompañar el crecimiento de un bebé implica tomar decisiones, una larga lista de cuestiones sobre las que no es fácil ponerse de acuerdo. Sobre todo, cuando la voz de los especialistas interfiere con las costumbres, ya que, en materia de crianza, la tradición suele imponerse como la mejor opción, aunque no siempre sea la más adecuada.
Tal es el caso del uso del andador, un dispositivo que “asegura brindarle la estabilidad necesaria al bebé para enseñarle a caminar”. Pero este dispositivo esconde varios peligros para el bebé y su desarrollo motor normal.
Ventajas y desventajas.
Pocas son las características positivas que suelen influenciar la decisión de comprar un andador. En niños muy activos, el andador puede resultar útil para facilitar sus desplazamientos y puede ser un juguete ideal para liberar energía. Proporciona libertad al bebé para desplazarse por sí mismo. Ambas cualidades hacen que los padres crean que les deja tiempo y que es seguro.
Sin embargo, la lista de elementos en contra del uso de este dispositivo es mucho más amplia. Los especialistas en psicología evolutiva consideran que «anticipa el proceso de caminar, acción que debería darse naturalmente alrededor de los 12 meses de vida”. Evita la actividad del gateo, conducta fundamental para el desarrollo evolutivo. Por otra parte, el movimiento del gateo tonifica adecuadamente los músculos que más adelante permitirán al niño mantener la columna recta. Ejercita, además, el enfoque de los ojos, ya que al mirar el suelo para distinguir dónde apoyará la mano, el niño mira fijo un mismo punto a corta distancia. Esto le ayuda a medir el mundo, a calcular la medida que existe entre el ojo y la mano. No contribuye a que los brazos se muevan al compás de las piernas, lo que resulta perjudicial para su equilibrio, cuando el bebé empiece a dar sus primeros pasos.
Los riesgos.
Esta «sillita con ruedas» es peligrosa porque puede provocar accidentes domésticos si el niño no cuenta con la supervisión de un adulto. Rodar por escaleras que pueden provocar lesiones graves, como traumatismos cráneos encefálicos o acceder a objetos peligrosos, con la posibilidad de sufrir quemaduras importantes son algunos de los peligros a que se expone un niño en andador. Debido a estos serios accidentes en diversos países se ha prohibido su uso.
Permitir que los bebés se sienten, gateen, y caminen por sí mismos y a su propio ritmo, es la mejor manera de promover la coordinación y la habilidad para caminar.
Dr. Edgar Torres, traumatólogo, Hospital A. Serra.