Artrosis y alternativas no quirúrgicas. ¿Qué dice la evidencia científica?





El daño del cartílago articular, o sea la artrosis, es una causa importante de dolor e incapacidad funcional de nuestros tiempos. Si bien el tratamiento quirúrgico puede proveer una solución definitiva, no se indica en casos de deterioro leve a moderado, y puede estar contraindicado en casos graves por la presencia de diversas enfermedades. Por otro lado, los tratamientos no quirúrgicos no revierten el proceso o daño, pero pueden brindar una solución en los casos leves y moderados y en casos graves, una mejora en términos de dolor y funcionalidad. Actualmente muchos estudios brindan una perspectiva basada en evidencia de las diferentes opciones no quirúrgicas para el tratamiento del daño del cartílago articular que incluye: ejercicio, pérdida de peso, terapia física, rodilleras, medicación oral, medicamentos tópicos, suplementos, infiltración de corticoides, viscosuplementación y proloterapia.

Ejercicio. Es una de las recomendaciones no farmacológicas de mayor peso y mostró que disminuye los síntomas de artrosis, mejora la función articular y previene la discapacidad. Existen recomendaciones a favor de la realización de ejercicios realizados en suelo, agua y de fortalecimiento, todas estas basadas en evidencia de buena calidad.

Pérdida de peso. El aumento de peso aumenta el riesgo de presentar artrosis en un 36% cada 5 kg y existe una asociación entre el dolor articular y severidad del cuadro. La pérdida de peso disminuye la discapacidad por artrosis y ese efecto se logra con una reducción de solo el 5% de peso corporal en un periodo de 20 semanas, disminuyendo además el dolor con resultados que persisten si la pérdida de peso se mantiene.

Terapia física. La terapia física (FKT) incluye varias modalidades, pero el fortalecimiento muscular es el que presenta mayor grado de evidencia a favor.

Las rodilleras son usadas en pacientes con daño articular como soporte estructural adicional para aliviar el dolor y mejorar la funcionalidad y si bien en algunos casos marca una diferencia no existe evidencia concluyente y en ocasiones su incomodidad, pobre calce y limitación de la actividad desalientan su uso.

Medicación vía oral. Cuando las terapias no farmacológicas son insuficientes, la primera elección por su seguridad y pocos efectos adversos es el paracetamol. Los pacientes con artrosis inflamatoria o respuesta insuficiente al paracetamol, usualmente requieren un AINE (antiinflamatorio no esteroideo) como diclofenac, ibuprofeno, meloxicam, etc., aunque el riesgo gastrointestinal limitan su uso. Los opioides se recomiendan en aquellos pacientes que no responden al tratamiento con paracetamol, AINEs u otras terapias. Existe pobre evidencia de su utilidad en términos de dolor y funcionalidad, a lo que se agregan efectos adversos que limitan su uso por lo que se recomiendan solo en casos reservados.

Tratamiento tópico (cremas). Su aplicación se recomienda solo para artrosis de rodilla aislada y manos. En ocasiones la irritación local que producen genera abandono del tratamiento.

Suplementos: glucosamina, condroitin, otros. Existe una amplia variabilidad de resultados y calidad en los estudios realizados por lo cual se requieren información más sólida para recomendar su uso.

Infiltraciones de corticoides. Producen una notable reducción del dolor en el corto plazo, pero todavía no está claro su beneficio más allá de las 1 a 6 semanas.

Viscosuplementación (ácido hialuronico intraarticular).Usualmente es un tratamiento de segunda línea cuando no se lograron resultados con corticoesteroides, o cuando los pacientes son jóvenes o físicamente activos. Si bien sus efectos se alcanzan lentamente, se mantienen por más tiempo y con menos efectos adversos. Los beneficios del ácido hialuronico en la artrosis de rodilla son concluyentes en términos de dolor, funcionalidad y calidad de vida aunque esta recomendación no se extiende a otras articulaciones donde sus efectos positivos no son tan claros.

Proloterapia (inyección articular y periarticular de dextrosa hipertónica). Si bien es un tratamiento efectivo, la incomodidad de las inyecciones, la falta de cobertura por las obras sociales y de médicos capaces de realizar la técnica limita su utilización.

Conclusión.

Existen múltiples opciones no quirúrgicas para el daño del cartílago articular. El ejercicio de bajo impacto y la pérdida de peso proveen beneficios que los convierten en pilares del tratamiento de la artrosis. Al existir diversas opciones la elección, debe individualizarse la misma en función de los riesgos y beneficios que deben enfrentar los pacientes.

Dr. Edgar Torres, traumatólogo, Hospital A. Serra.

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