En el año del Centenario de la Escuela 6 de San Antonio Oeste y especialmente en este día que se celebra el Día del Maestro, dialogamos con Nora Moyano, ex alumna y ex docente “volver a ponerse el guardapolvo blanco te emociona, porque tengo toda mi vida puesta en la Escuela 6. Fui alumna desde el jardín de infantes, en primaria, luego cuando me recibí las prácticas las hice allí y luego ejercí como maestra, así que pasé gran parte de mi vida en ese establecimiento, hasta que fui al Instituto de Formación Docente a oficiar como profesora, por eso el enorme afecto que le tengo a esa institución, tan emblemática para San Antonio Oeste”.
“Toda mi familia fue y actualmente concurre a la Escuela 6, porque fueron mis hijos y ahora van mis nietos, por ello con las colegas ponerse nuevamente, en su interior, colocarse el guardapolvo causa una emoción enorme, porque quien está y estuvo en una escuela sabe que debe trabajar para mejorar en todo” añadió “fue muy lindo encontrarme con ex compañeras, fue una sensación maravillosa y además ensayamos una clase con mis ex alumnos de séptimo grado, porque están haciendo un corto sorpresa, además hoy observo que tengo ex alumnas que son docentes. Mi vida está vinculada a esa escuela”.
“En cada galería, en cada ex alumno encontramos el rostro de aquella ilusión cuando cursaban su primaria, hoy como personas grandes vemos como aprendieron de nosotras y la verdad eso llena de orgullo y también la dicha de saber que mis ex alumnos me paran en la calle y me saludan, a pesar que he sido exigente, me agradecen, a muchos los veo profesionales hoy día y la satisfacción de haber puesto el granito de arena en su vida”.
“Muy lindo lo que estamos viviendo con estos cien años, atesorando sentimientos y que seamos parte de la celebración solo me sale agradecimiento, este año va a ser el último año para recordar con aquellos que estuvieron en mis aulas y reitero, muy feliz de que me recuerden y de llenar de recuerdos estos momentos, lo más importante que hemos dejado lo mejor de nosotros en la escuela y nuestro afecto a los alumnos, es la recompensa de nuestras vidas”. (colaboró José Repucci)