Con el intenso calor, llegaron las aguas vivas a las costas grutenses. Explicación de una científica.

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No son habituales, pero no es la primera vez en la historia que sucede. Tras los picos de temperatura y el viento norte, llegaron las aguas vivas.

Una semana atrás, también había acontecido en las playas de SAE y en la ría sanantoniense.

Hubo varios casos, los turistas nos hicieron llegar las imágenes de “las picaduras”, incluso los más asustados acudieron a los guardavidas o madres con sus pequeños llorando por el ardor que provoca.

Pero estos roces con las medusas no tienen mayor consecuencia.

Según explicó la Doctora María Sofía Dutto, es investigadora del CONICET, perteneciente al IADO (Instituto Argentino de Oceanografía) en la Universidad Nacional de Sur “las medusas son animales delicados y transparentes cuyos tejidos se componen de un alto contenido de agua (95 % o más), lo que les brinda una consistencia gelatinosa. Dentro de estas células, existe una estructura tipo dardo la que se dispara ante el contacto con la piel de la víctima inyectando una batería de toxinas”.

“La función de estas células urticantes es principalmente de alimentación y no de defensa: las medusas utilizan sus tentáculos para atrapar su alimento y necesitan de una toxina potente para inmovilizar casi inmediatamente a sus presas y así poder consumirlas sin riesgo de lesiones”.

“Por lo que, las medusas no pican en el sentido corriente de la palabra, el roce con el animal hace que el accidente suceda. A veces nosotros somos las víctimas innecesarias”.

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“Los factores ambientales como la temperatura del agua, la circulación de las corrientes oceánicas, la disponibilidad del alimento y los factores meteorológicos como los vientos, son los que regulan el asentamiento de los pólipos, el inicio de la producción de medusas, la cantidad de medusas liberadas y la llegada inesperada y repentina de las medusas a las playas”.

“Año tras año, las condiciones ambientales promueven que las medusas se reproduzcan impulsando explosiones demográficas naturales o blooms de intensidad variable. Hay años de grandes cantidades de medusas y otros, de baja cantidad”.

“Es en el primer caso cuando los problemas asociados con las medusas, como las “picaduras” a bañistas, la colmatación de las redes de pesca, la disminución de la cantidad de peces por depredación y/o competencia por el alimento y los varamientos en las playas, se potencian. Sin embargo, estos animales tienen muchos recursos para subsistir”.

“Los vientos del sector Norte, que son los predominantes, han sido históricamente relacionados con la presencia de Olindias en nuestras playas. Estos vientos soplan en forma perpendicular a la costa (del continente hacia el mar), ya que la orientación de nuestras playas turísticas es de Este a Oeste. Al soplar intensa y persistentemente (intensidad promedio de 12 km h-1 o más durante al menos 10 horas) pueden desplazar las aguas superficiales mar adentro. Esto provoca que las aguas más profundas asciendan y reemplacen la capa de agua trasladada, promoviendo que las medusas que habitan las aguas del fondo, lleguen a la costa”.

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