Cuando dos presidentes de la Nación arribaron a Punta Verde

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Ocurrió un 20 de marzo de 1910, el mismo año que se cumplía el Centenario de la Revolución de Mayo, desembarcaron en Punta verde el presidente de la Nación, José Figueroa Alcorta, acompañado por el presidente electo Roque Sáenz Peña.


Ambos fueron agasajados por el ingeniero Guido Jacobacci y los representantes del pueblo, para luego partir hacia el arroyo Valcheta e inaugurar el primer tramo de la vía férrea que se extendería hasta Bariloche

La llegada del ferrocarril al arroyo Valcheta, a 120 kilómetros de distancia del pueblo, fue sin duda el primer hito de la titánica construcción proyectada. Tanto fue así que la repercusión del logro valió la visita del presidente de la Nación y las más altas autoridades a la inauguración tramo construido.

Hace 111 años, el presidente José Figueroa Alcorta encabezó la nutrida comitiva que visitó San Antonio. A su lado llegaron el ministro de Obras Públicas, Exequiel Ramos Mexía, promotor indiscutido de los ferrocarriles patagónicos, junto a otros ministros, entre los que se encontraba Roque Sáenz Peña, sucesor electo de la presidencia.

Meses antes, la noticia había movilizado un enorme operativo para agasajar a los distinguidos huéspedes. Bajo las órdenes del ingeniero Guido Jacobacci, que dirigía la obra del ferrocarril, se construyó un gran muelle al extremo oriental de la caleta del Oeste, en Punta Verde, con un ramal especial de vía para facilitar el desembarco y trasladar a la comitiva presidencial en unos vagones de lujo que fueron enviados por el Ferrocarril Andino.

Pero antes del fastuoso desembarco directo a tren, varias embarcaciones transportaron a la comitiva durante largas 26 horas. Primero el crucero “Buenos Aires”, luego el “Madrid” y, por último, el vapor “Presidente Gral. Mitre”, que trasladó a las autoridades, desde el fondeadero de Punta Villarino, al este de la bahía, hasta el flamante muelle de Punta Verde.

Una banda militar embarcada en Puerto Belgrano inauguró los actos. Después, engalanada con escudos y banderas nacionales, la locomotora silbó estridente y emprendió su recorrido a lo largo de los 120 kilómetros construidos hasta el arroyo Valcheta.

Allí se realizó la inauguración oficial. El presidente pronunció un breve discurso y la comitiva fue obsequiada con un suculento asado en un galpón del Ferrocarril. Como la partida de la excelentísima visita quedó sujeta a los rigores que imponía la marea alta de la caleta, a su regreso de Valcheta la comitiva abordó raudamente el vapor “Mitre” y embarcó rumbo a Buenos Aires.

La premura con que sucedió todo dejó inertes las pomposas calles del pueblo, profusamente embanderado. Y tampoco hubo lugar para que el primer mandatario escuchara los reclamos de soluciones para dos problemas puntuales: el servicio de agua potable y las “injustas” adjudicaciones de terrenos fiscales, que en menoscabo de viejos pobladores estaban beneficiando a forasteros recién llegados. (Izco-Lefevre-López. Las imágenes históricas de Caras y Caretas perenecen al Museo ISER)

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