De dónde se obtuvo el bronce con que se realizó el busto al General San Martín en Plaza Centenario

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- PLAZA CENTENARIO INAUGURACION DEL BUSTO 1912




HISTORIAS SANANTONIENSES. El periodista e historiador Marcelo Pesaresi, investigó acerca del origen del bronce con el que fue manufacturado el busto al Libertador General San Martín que honra la plaza Centenario de nuestra localidad. Estas fueron sus anotaciones:


Conviene aclarar antes de proseguir, que el historiador Fragoza, siempre lo consideró como producto del bronce de un cañón brasileño de Patagones. Sin embargo, surgió una duda y otros historiadores señalaron posteriormente, que el material provenía de cañones utilizados durante la Campaña del Desierto. La observación nos animó a investigar para saber más.

Citando al periodista Carlos Espinosa (autor de varios artículos y libros sobre historia regional), el lector aseveró que el bronce del busto correspondía a la fundición de dos cañones de rezago provenientes de la Campaña al Desierto en tiempos del General Roca y no, a un cañón de bronce de los días de la guerra contra Brasil, con precisión, el 7 de Marzo de 1827; tal como sostenía Adolfo Fragoza.

Como era de esperar, la discrepancia nos obligó a ahondar en archivos a fin de averiguar cuál de las versiones es la correcta (si la de Fragoza o la de Espinosa) y encontramos, no sin sorpresa, que existen dos teorías sobre el origen del bronce con que fue esculpido nuestro máximo héroe nacional. La de Fragoza, historiador local y la de Espinosa, periodista e historiador. Veamos que informan ambas:

Fragoza siempre sostuvo que el bronce del busto provenía de un arma tomada a un buque brasileño sin proporcionar más detalles. En un informe inédito del 2007, que se encuentra en nuestro Museo y escrito en colaboración con Miriam Miler, afirma textual: «La moldeadura del busto en homenaje al General San Martín levantado en el centro de la plaza, el bronce perteneció a uno de los cañones tomados al invasor brasileño por los maragatos y viedmenses».

Más adelante, el informe agrega: «Fue inaugurado en la Plaza Centenario el 9 de julio de 1912. (La plaza había sido inaugurada dos años antes, el 25 de mayo de 1910 seguramente, en el marco conmemorativo por el centenario de la patria).

Espinosa, en su blog (ver “Perfiles Espinosa” del jueves 29 de abril de 2010) refiere que; el gobernador del territorio Carlos Gallardo (1903 – 1913) fue responsable de la fundición de esculturas conmemorativas como parte de los festejos del Centenario y con el bronce de «dos cañones de la campaña militar encabezada por el General Roca, propuso la realización de ocho bustos similares. Estas esculturas gemelas estuvieron emplazadas en Viedma, Guardia Mitre, Conesa, Río Colorado, Choele Choel, Roca y Allen».

Los cañones, dice Espinosa, eran material de rezago. Agrega, en forma de comentario en el blog «El humus de la Historia» de Ramón Minieri, que las armas estuvieron un tiempo emplazadas frente a la cárcel de Viedma inaugurada en 1904.

Ahora bien: tanto Espinosa como Fragoza no citan las fuentes de donde abrevaron para afirmar el origen de los bustos y solo Espinosa amplía acerca de donde fueron fundidos. Pero convengamos que, lo ordenado por el gobernador Gallardo es verdad y que; los bustos; luego de comprobar fotográficamente varias de las estatuas son idénticas tal como afirma Espinosa; nos queda entonces preguntar: ¿Quién tiene la razón acerca del origen del bronce? ¿Fragoza o Espinosa?

Primero habría que responder que tipo de artillería se empleó en la denominada Campaña al Desierto y su origen.

Juan Mario Raone; historiador militar; aclara: “el cañón Krupp” (utilizado en la Campaña al Desierto) de “7.5 cm”; 75 mm según otras fuentes; fue el “modelo 1880 L/27 de campaña” que pesaba con cuña de cierre: 238 kg. En cambio, el L/13 de montaña, pesaba 100 Kg. Los proyectiles eran iguales, pero el alcance del primero era de 5000 m. y el segundo de 4000 metros. (Segundo Congreso Nacional de Historia Militar; Instituto de Historia Militar Argentina; Página 169; 2001).

En su otro trabajo “El Pampa Ferreyra, baqueano y lenguaraz”; Volumen 2; 1981; Página 153 afirma que los cañones empleados por el Ejército Argentino (de ahora en adelante EA) en la Patagonia fueron los Krupp.

Luis Carlos Arboleda y Carlos Osorio en «Nacionalismo e internacionalismo en la historia de las ciencias y la tecnología en América Latina», página 39, afirman que el EA utilizó los cañones Krupp declarando que «el General Julio Roca empleó estas armas con mucho éxito en la célebre Conquista del Desierto».

Isidoro J.Ruiz Moreno en su obra «Campañas militares Argentinas. La política y la guerra. Guerra exterior y luchas internas (1865 – 1874); Editorial Claridad S.A.; 2012; Tomo 4» menciona varias veces el uso de cañones Krupp antes de 1879, año que inició la campaña de genocidio originario en la Patagonia. No obstante, debemos consignar, el uso del cañón Krupp no se generalizó en el EA hasta 1881. (Zago, Alemann & Alemann; 1992).

El diario “El Popular” de Olavarría, provincia de Buenos Aires con fecha del 15 de Agosto de 2010, informa en una nota color, que efectivamente fue el Gobernador Carlos Gallardo quien impulsó la iniciativa de dotar poblaciones territoriales con ocho bustos del General San Martín. En 1909 dice “El Popular”, “El Gobernador Gallardo propuso, a la Comisión del Centenario, que en cada ciudad cabecera de un territorio nacional se erigiera un monumento recordatorio de la gesta emancipadora de 1810.

Esta iniciativa no prosperó, pero el delegado local del Poder Ejecutivo Nacional planteó la necesidad de contar con los correspondientes bustos de homenaje al padre de la Patria, habida cuenta de la carencia observada en ese sentido. En una publicación que reseña la labor de Gallardo en territorio rionegrino se consigna que esta inquietud fue planteada ante el Ministerio de Guerra, Rudecindo Alvarado, y que logró el aval correspondiente. Pero los arsenales del Ejército no contaban con reservas suficientes de bronce, lo que se convertía en un obstáculo imposible de vencer”.

“El Popular” agrega que, el mismo gobernador, se comprometió a entregar el material enviando “varios cañones que estaban tirados en los campos como rezago de la campaña contra los indios, encabezada por el general Julio Roca”.

El Ministro de Guerra, cuando se enteró de dónde provenía el bronce, puso reparos porque en su opinión, los cañones pertenecían a la Nación. Gallardo sin trepidar, replicó que “mal puede ser de la Nación algo que el gobierno no sabe que existe”. Frente a esto, Alvarado puso sello y firma y autorizó la iniciativa.

Ahora bien, las fuentes consultadas difieren en cuando comenzó la utilización del cañón Krupp en sus diversos calibres y modelos en el EA.

Algunos citan 1865 ya que, por entonces y frente al conflicto que cernía con el Paraguay (declarada el 20 de abril de 1865 bajo la presidencia de Mitre), la artillería argentina estaba compuesta por viejos cañones de bronce algunos del siglo XVIII que requería urgente modernización o reemplazo.

En algunos comentarios en foros militares, se señala al año 1866 como fecha introductoria del arma en el país. (Las dificultades por establecer fechas definitivas no solo afectan a esta arma de origen germano. Sucede lo mismo con el fusil y la carabina Rémington de procedencia norteamericana profusamente utilizada por el EA a fines del siglo XIX).

Como el lector o lectora comprenderá, es importante determinar qué tipo de artillería se utilizó para determinar la procedencia del material con que fueron fabricados los bustos.

El origen del cañón Krupp se remonta a 1811 cuando Friedrich Krupp fundó su Gusstahlafabrik o fábrica de acero fundido. No obstante, fue su hijo Alfred Krupp quien hizo a la marca mundialmente conocida. En 1856, la Fried. Krupp A.G. produjo un cañón de ánima estriada de avancarga de 9 cm de acero fundido, que dio tan buen resultado que Prusia adoptó el acero como material para sus cañones del ejército, siendo el primer país en hacerlo. El rayado permitía girar al proyectil en vuelo, proporcionándole impulso adicional y mayor alcance.

Los cañones impresionaron a los observadores militares de tal modo, que hacia 1860, numerosas naciones compraron el producto. Entre los usuarios se encontraban ejércitos de primera pertenecientes a Rusia, Austria y al Imperio Otomano. Diez años más tarde se encontraban desparramados por todo el orbe integrando la artillería de los ejércitos de numerosas naciones. El cañón para la época, era formidable. Argentina pronto tomó nota de las ventajas de contar con estas armas y procuró adquirirlas.

En este contexto, Roberto Villanueva en «Historia de la Siderurgia Argentina» en el Capítulo II «La industria metalúrgica argentina a fines del siglo XIX» afirma que, previo a la guerra contra Paraguay, «la totalidad de las piezas de artillería del ejército argentino eran de avancarga, con ánimas lisas. Se decidió transformarlas al tipo de ánimas rayadas y a tal efecto se contrató al ingeniero y artesano Antonio Massa, para que procediera a efectuar el rayado helicoidal. Aun así, las piezas estaban un paso o dos atrás, de los nuevos inventos.

Hacia 1866 fueron introducidos en el país los primeros cañones Krupp para utilizarlos en la guerra del Paraguay». Informa Villanueva que, «hacia 1881, hizo su entrada oficial en el ejército el famoso cañón Krupp de artillería de campaña y montaña que poseía la última tecnología desarrollada: ánima estriada, retrocarga y retroceso». Los cañones anteriores requerían limpieza, carga por la boca, mecha, encendido de la misma, ignición y disparo. El sistema era lento y si llovía, a veces se hacía imposible su utilización.

En síntesis, observamos que, hacia 1865/66, ingresaron los primeros cañones Krupp al país los cuales fueron usados en cantidades limitadas en la guerra contra Paraguay y los pueblos originarios de la Patagonia. Posteriormente, mientras la guerra en la Patagonia estaba en su fase final de apropiación y aniquilamiento de civilizaciones ancestrales, el cañón Krupp es aceptado en 1881 como arma artillera definitiva para la artillería nacional. Estos cañones eran de acero y no de bronce. Entonces ¿cómo puede ser que el bronce con que se realizaron los bustos fuera de armas empleadas en la campaña genocida?

Cabe preguntar una vez más: ¿por qué Espinosa afirma que fueron cañones de bronce los utilizados en la fundición de los bustos de San Martín si el EA tenía cañones de acero?

No es equívoco suponer que, muy probablemente, las armas capturadas a los brasileños hayan sido utilizadas por sus captores por largos años y sus cureñas navales transformadas para su uso terrestre. Las mismas pudieron estar emplazadas o en depósitos para ser empleadas en la defensa del territorio dominado por el Fuerte de Carmen de Patagones o bien, como armas viejas sin utilidad. (Esta teoría necesita corroborarse). A principios de la década del 70 del siglo XIX, los cañones de bronce, aún con rayado, se estaban muy superados. Por lo general, el uso del cañón de avancarga era habitual en fortines y fortalezas no tanto para destruir al enemigo sino para infundir miedo con el estruendo y alborotar la caballada atacante con las explosiones.

Los caballos originarios, mejor domados y criados que el de los gauchos y soldados, eran difíciles de derribar con disparos artilleros, que se usaban más para destrozar cuadros de infantería o demoler fortificaciones. También se empleaban como forma de alertar sobre cualquier peligro cercano. Se tiraba uno más cañonazos desde un fortín para anunciar a otros, sobre un probable ataque o, si se habían observado originarios merodeando.

Conclusión. Hasta que no se consiga informes más detallados sobre el traslado de los cañones desde Viedma al Arsenal o, se obtenga una o más fotografías antiguas sobre los cañones emplazados en el acceso al presidio de Viedma, no podremos zanjar definitivamente esta controversia.

Las fotos serían importantes si fueran lo suficientemente claras como para enviarlas a los historiadores artilleros de nuestro país a fin que, luego de un estudio, nos esclarezcan que tipo de armas eran y si fueron o no, empleadas por el EA entre 1879 y 1885. Entre tanto, Fragoza seguirá informándonos que el busto fue fundido con bronce de un cañón brasileño y Espinosa de dos cañones de la Campaña al Desierto.

Bibliografía Consultada

  • Fragoza, Adolfo; Miler, Miriam: “Nuestra plaza Centenario», texto inédito, 2007.
  • «Perfiles Espinosa», blog del periodista e historiador Carlos Espinosa, “La plaza San Martín de Viedma, ágora de la capital, a través de los tiempos» del Jueves 29 de Abril de 2010.
  • «El Humus de la Historia», blog de Ramón Minieri, «El general trasladado», del Jueves 4 de Diciembre de 2008.
  • Diario «El Popular» de Olavarría; «Los 8 bustos gemelos de San Martín»; 15 de Agosto de 2010.
  • Agencia Periodística Patagónica APP; Omar N. Livigni; «Carlos Gallardo, uno de los pocos gobernantes territoriales que se deben rescatar del olvido»; 3 de Abril de 2014.
  • Raone; Juan Mario: “El Pampa Ferreyra, baqueano y lenguaraz”; Editorial: Dirección de Publicaciones Oficiales, Biblioteca del Suboficial; Volumen 2; Buenos Aires; Argentina; 1981.
  • Raone; Juan Mario: “Segundo Congreso Nacional de Historia Militar; Instituto de Historia Militar Argentina”; Página 169; 2001.
  • Villanueva; Roberto Alfredo: «Historia de la Siderurgia Argentina»; Capítulo II «La industria metalúrgica argentina a fines del siglo XIX»; Eudeba; Buenos Aires; 2005.
  • Arboleda; Luis Carlos; Osorio; Carlos: «Nacionalismo e internacionalismo en la historia de las ciencias y la tecnología en América Latina”; Universidad del Valle; 1997.
  • Ruiz Moreno; Isidoro J.: «Campañas militares Argentinas. La política y la guerra. Guerra exterior y luchas internas (1865 – 1874)”; Editorial Claridad S.A.; Tomo 4; 2012.
  • Balmaceda, Daniel: «Historias Inesperadas de la Argentina»; Editorial Sudamericana; 2011.

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