Don Adolfo Fragoza supo brindarme una amistad sin dobleces. Se acercaba a mi casa de Las Grutas y juntos, mates mediante, nos sumergíamos en el pasado de nuestros queridos pueblos. La historia regional era el predominante de nuestras charlas y así pasaban las horas en su grata compañía. Recordábamos la gesta de los pioneros, retazos de la historia del ferrocarril, los comienzos de las Grutas, el puerto de ultramar. Ya entrada la noche cálida regresaba su casa y yo me quedaba pensando ¡cuánta humildad, bonhomía y conocimiento tenía don Adolfo! Había sido compañero de tareas con mi suegro Manuel Alarcón en el ferrocarril, al cual dedicaron gran parte de sus vidas con una gran responsabilidad. Como me sucede a menudo hoy continúo con la amistad de su hijo Elio Carlos, astilla del mismo palo.
Un día llegó a mi casa muy contento acunando entre sus brazos su hermoso libro “Vivencias del Este”, del año 1998, amorosamente escrito con el corazón y la pluma puestos en el “Golfo más azul del continente”.
Su amable dedicatoria dice: “Al maestro (a veces me dicen así y me gusta) Jorge Castañeda con admiración y augurios de merecidos éxitos”. Demás está de decir que lo leí de un tirón. Todavía lamento no tener su segunda obra, casi póstuma “Paralelas de acero”. Me falta.
“Vivencias del Este” es un pequeño gran libro. Es la historia del pago chico, del solar nativo, de su gente, de su historia, de sus pioneros, de sus quehaceres, de su paisaje, de sus sueños. En él se registra con precisión de cronista hechos y acontecimientos de un tiempo que se fue, pero rico en hitos que conformaron la ciudad de hoy día.
Poeta también, no podía ser de otra manera, no le falto verba para homenajear en sentidos versos, por ejemplo al Puerto de San Antonio Oeste: Me pareciera escucharlo con su voz emotiva y pausada contando:
El viejo puerto que Villarino
A San Antonio marcó un destino
Volvió a poblarse de otros navíos
Que desde lejos el mar bravío
Trajo a este golfo rionegrino.
Allá en Febrero el sol poblaba
Sus amplias playas de terciopelo
Cuando en su ría entró el Kandava
Buscando amarras
En este suelo.
De todo el mundo llegó un mensaje
En este viaje inaugural
Que se mezclaba con el oleaje
Sobre las aguas de su canal.
Siguieron luego otras naciones
Con cada barco de exportación
Para grandeza de Río Negro
Y beneficio de la Nación.
Ya no está solo en Villarino
Un nuevo barco pronto estará
Junto a tu muelle como destino
Con un mensaje de la amistad.
Puerto de San Antonio
Por todo el mundo tu nombre irá
Como un emblema de este modero
Puerto argentino de amor y paz.
Siempre los historiadores del terruño sueñan un destino de grandeza para lo que consideran su lugar en el mundo. Desde la modernidad del tiempo podemos decir que los sueños de don Adolfo, como de muchos otros pioneros, se han cumplido con creces.
Jorge Castañeda (Escritor – Valcheta)