La provincia de Río Negro se encuentra en el centro de un hito histórico para la producción de hidrocarburos en Argentina. Miles de caños atraviesan su territorio, dando forma al monumental oleoducto Vaca Muerta Sur, una obra que promete transformar la dinámica económica de la región.
Sin embargo, este proyecto de gran envergadura no está exento de controversias. El reclamo de la Unión Obrera de la Construcción por la no incorporación de trabajadores rionegrinos ha encendido un debate que involucra a gremios, empresarios y autoridades provinciales, poniendo en evidencia la tensión entre el desarrollo y la justicia laboral.
El valle de Río Negro, especialmente en zonas cercanas a Chichinales, donde se acopian los materiales para la obra, ya comienza a sentir los primeros impactos económicos. La llegada de operarios, el alquiler de viviendas y el incremento en el consumo de bienes y servicios son señales de un cambio que se extenderá hasta Sierra Grande en la etapa final del proyecto. En Regina, donde se ha establecido la sede temporaria de la obra, el movimiento es incesante. Sin embargo, este progreso no ha llegado sin fricciones.
El conflicto laboral ha irrumpido brevemente en el avance. La UOCRA ha denunciado que solo el 30% de los operarios son rionegrinos, una cifra que contrasta con el 80% exigido por la legislación provincial. Ante esta situación, el gobernador Alberto Weretilneck ha adoptado una postura firme, declarando que “el oleoducto se hace respetando a los rionegrinos o no se hace”. Esta advertencia ha sido respaldada por el vicegobernador, legisladores e intendentes, quienes han reforzado la presión sobre las empresas para que cumplan con la normativa vigente.
El sindicato de la construcción ha intensificado sus medidas de protesta, bloqueando el ingreso de trabajadores foráneos al campamento en Chichinales y exigiendo la contratación de obreros locales. La tensión ha ido en aumento, y este próximo lunes se llevará a cabo una reunión en la delegación de Trabajo de Cipolletti para abordar el conflicto. Este encuentro será perentorio para determinar el rumbo de una obra que, más allá de su importancia estratégica, debe garantizar el cumplimiento de los derechos laborales de los rionegrinos.
La construcción del oleoducto Vaca Muerta Sur representa una oportunidad única para el desarrollo energético del país y para dinamizar la economía regional. Sin embargo, su ejecución no puede pasar por alto las demandas legítimas de los trabajadores locales. La exigencia de la UOCRA es clara: la mano de obra rionegrina debe ser prioritaria. Si bien la incorporación de especialistas foráneos puede ser necesaria en casos puntuales, el respeto por los acuerdos laborales y la legislación provincial no es negociable.
Asimismo, este conflicto podría sentar un precedente para otras obras de similar envergadura, como el gasoducto asociado al proyecto de GNL que llegará posteriormente y que también podría enfrentar reclamos similares. En este sentido, la inversión de Pan American Energy en el ejido de San Antonio Oeste, donde el gasoducto será protagonista, deberá ser gestionada con atención a las demandas laborales locales.
En definitiva, el oleoducto Vaca Muerta Sur es una obra que simboliza el progreso, pero también debe ser un ejemplo de equidad y justicia laboral. El desafío para las autoridades, las empresas y los gremios es encontrar un equilibrio que permita avanzar en el desarrollo energético sin dejar de lado los derechos de quienes habitan y trabajan en la provincia.
El futuro de Río Negro, y en gran medida el del país, depende de que este proyecto no solo construya infraestructura, sino también oportunidades para todos.