Editorial: la tristeza social y el enojo





San Antonio Oeste vive una de las semanas más convulsionadas de su historia. La justicia formuló cargos contra un maestro de plástica por ser el presunto autor de abuso sexual infantil. Permanece detenido en el penal de Viedma mientras continúa la investigación, dentro del plazo estipulado por las normativas vigentes.
Por esto, el lunes se rompió un eslabón en la cadena que unía a la sociedad con las instituciones, y es necesario recomponerlo.
Por un lado, la justicia inició un proceso que llevará semanas, centrado en determinar responsabilidades si así lo establece la investigación. Para ello, incluso el viernes se secuestraron computadoras, celulares y otros elementos de posible prueba para incorporarlos al expediente.
Por otro lado, la municipalidad, encabezada por el intendente, convocó a concejales y legisladores, quienes se reunieron con las madres afectadas y ofrecieron apoyo desde lo político y lo social.
La situación más difícil la enfrenta el Ministerio de Educación. El mayor enojo se dirige hacia esa cartera y sus representantes, especialmente aquellos involucrados en lo sucedido, extendiéndose luego a varios actores. Fue necesario el despliegue de un equipo técnico y también político. Se realizaron reuniones en las escuelas donde el docente señalado trabajó, y con las familias denunciantes, que exigen respuestas ante algo que indigna a la comunidad y causa un dolor enorme en sus vidas.
Las instituciones educativas enfrentan una problemática compleja. A partir de ahora, deben constituirse en un espacio primordial para llevar a cabo estrategias de prevención y detección. También es imperativa la necesidad de establecer canales de comunicación constantes con los padres y fomentar una interacción con otros organismos del Estado, capaces de resolver situaciones de manera inmediata y fortalecer mejor los protocolos.
No será un camino fácil reconstruir lo que se rompió en San Antonio Oeste. El enojo y la tristeza de la sociedad son dos caras de una misma moneda. Parecen encontrarse en polos opuestos, pero en realidad, comparten un paralelismo que se evidenció esta semana.
Cuando los problemas sociales no encuentran soluciones efectivas, y los valores promovidos en la comunidad no se corresponden con la situación vivida, el enfado se apodera de la población. Sin embargo, la sociedad siempre da una oportunidad para reconstruir. El Estado debe escuchar y responder a las demandas, trabajando en conjunto para abordar las causas subyacentes de la tristeza social y el enojo.

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