En una semana sucedió en este país lo que en otros lugares ocurre en un año o incluso en un lustro. Una vorágine interminable de hechos que gira, casi exclusivamente, en torno a lo electoral. Si esta es la campaña de medio término de los nuevos tiempos políticos —tiempos que venían a ser diferentes a los ya conocidos—, lo cierto es que se ha convertido en una de las más sucias desde el regreso de la democracia.
Podría tornarse aún más violenta en los días que restan, pero es en este tramo final cuando comenzará a definirse el escenario. Especialmente en Río Negro, donde se perfila una contienda de tercios: al cierre del domingo 26, uno de los tres principales espacios quedará derrotado.
El peronismo y el provincialismo, si les toca caer, sabrán cómo recomponerse. Pero La Libertad Avanza deberá encontrar un liderazgo que le permita reiniciarse.
El caso del detenido “Fred” Machado —sus hilos, sus contactos, sus interrelaciones— irrumpió con fuerza en la campaña. Acusado de narcotráfico y de haber financiado a José Luis Espert, su figura desató una serie de investigaciones periodísticas que día tras día aportaron nuevas revelaciones.
Que recuerde este columnista, nunca habían llegado a San Antonio Oeste tantos periodistas de investigación, quienes indagaron, entrevistaron y rastrearon vínculos entre actores locales y el entorno del detenido Machado, así como con la candidata a senadora Lorena Villaverde. Fue el tema del mes, y también el de la campaña.
En medio de ese torbellino, se colaron otros episodios que expusieron a los candidatos y terminaron por embarrar el escenario político. La sociedad, mientras tanto, observa expectante y aguarda propuestas concretas. Hasta ahora, solo ha visto un cruce de acusaciones que poco aportan a los desafíos cotidianos de la ciudadanía.
San Antonio Oeste, sin embargo, ingresó esta semana en un nuevo tiempo: el de las oportunidades que podría generar el conglomerado de empresas que conforman Southern Energy. Una reunión entre representantes de la firma, el municipio y el sector comercial encendió la esperanza de que el tan mencionado “derrame” económico finalmente alcance a esta región.
Claro que no todos serán beneficiarios directos. Algunos lograrán inmediatamente incorporarse a esta dinámica económica, otros más adelante en el tiempo. Pero el movimiento que generan estas inversiones abre un panorama distinto. No solo por la potencialidad productiva de la zona atlántica como polo de salida de hidrocarburos, sino también por la inevitable circulación de personas, la instalación de nuevos asentamientos y el impulso que esto podría dar al desarrollo inmobiliario y comercial, especialmente al sur de Las Grutas.
Son señales de un tiempo nuevo, que podría dejar atrás décadas de postergación para esta región rionegrina.
Ahora bien, entre la oportunidad y el riesgo, entre la esperanza y la desconfianza, el desafío será que la política esté a la altura. Que la energía que llega no se disipe en disputas estériles ni se diluya en promesas vacías.
Porque, al final del día, el verdadero cambio no se mide en votos, sino en la capacidad de transformar esa vorágine de acontecimientos en un futuro que, por fin, empiece a construirse.


