Cuando pienso en el sistema político-económico global, que tanto daño ha hecho históricamente a la humanidad, lo imagino como un sistema de relojería. Una mecánica ingeniosamente diseñada para una función específica y prolongada. El título de mi primer libro, «Liberen al señor Sistema» vino a significar lo que pocos querían/quieren aceptar, que al sistema lo creamos todos. Pretendo decir «hágase cargo de su rol, no le eche la culpa al sistema todo el tiempo». Por entonces hablaba del sistema educativo, aunque militaba permanentemente en política, donde la corrupción y la mentira organizada también era inevitable para el 90% de la gente. Quién no escuchó la frase: «hecha la ley hecha la trampa»? Obviamente siempre generé polémicas y debates, y aunque no trataba de culpar, juzgar ni de convencer a nadie, lo cierto es que siempre tuve claro que la educación es la única herramienta que previene la pobreza y muchos otros males sociales.
Lamentablemente la corrupción de acentuó y la pobreza corre paralela al analfabetismo funcional. Jóvenes con 12 años de escolaridad que no pueden multiplicar 8×7 ni logran interpretar o escribir un texto breve, son la cara visible de lo que ha logrado una sociedad sin normas. Una sociedad que duda sobre su accionar ante un gobernante que comete delitos graves, sin que haya un juicio justo. Y cuando hay una condena fundamentada, tampoco hay cumplimiento porque se sigue apelando a instancias superiores. Y así podemos seguir pagándole una fortuna a quienes, enriquecidos en el Estado, siguen dando discursos en defensa de los pobres.
Pero creo que el sistema global tiene los engranajes crujiendo y ruego a Dios que pronto vengan a suceder eventos que acaben con los quinientos dueños del mundo tras las rejas.
En diciembre del 2019 se inventó el Covid (nunca se aisló el virus, por lo tanto no existió la enfermedad). En enero del 2021 se comenzó con una experimentación nunca vista en la historia de la medicina moderna (incluso con «vacunas» producidas en 2018). Las Piedras de Georgia fueron destruidas el 6 de julio del 2022, cuando dejó de ser secreto el plan de la élite, replicado en el mundo. En cuatro años aprendimos que no debemos obedecer órdenes que vayan contra las leyes que protegen nuestras vidas y la de nuestro ecosistema.
Hace más de un año pedimos información sobre la instalación de antenas prohibidas por ordenanza sin obtener respuesta de parte del Poder ejecutivo, y nos siguen enfermando. Miramos diariamente el cielo y vemos como caen las estelas químicas, producto de la geoingeniería para modificar intencionalmente el clima. El año pasado se instaló en nuestra ciudad un radar meteorológico, que lejos de advertir sobre riesgos climáticos, viene a completar el cóctel letal. Aunque parezcan temas diferentes, todos responden al mismo plan, pero algo importante vino a ocurrir en el mundo, que reaviva la esperanza de muchos movilizados por la vida y la libertad. Ganó la presidencia de los Estados Unidos un hombre manifiestamente opositor a la Agenda 2030, Donald Trump, y a pesar de que asumirá en enero la presidencia, ya está anunciando las medidas que cambiarán inexorablemente el plan de las élites. Solo resta esperar que Dios proteja su vida y la nuestra para compartir el devenir de una humanidad más humana.
Aída Irma Verbeke
DNI:10675920
Las Grutas
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