La sucesión de hechos que culminaron en la siesta del viernes con un joven de 25 años baleado en la cabeza, por el habitante de la vivienda a la que ingresó presuntamente con fines de robo, tristemente dan marco al título de esta opinión.
El hecho referido parece indicar el final de una saga sostenida al menos en los últimos 3 años, en la que lo único que surge y queda claramente expuesto es, el “Exitoso Fracaso”, de todos los estamentos e instituciones que podían haberlo acotado, limitado y hasta evitado, y que no hicieron o no supieron o no quisieron hacerlo.
Este joven de 25 años que hoy esta postrado con muerte cerebral y todo indica que seria, al menos al momento der escribir, irreversible, no alcanzó su “fama” mágica o milagrosamente.
La fue construyendo día a día; hecho a hecho, y los policías que lo detenían y los fiscales y jueces que liberaban sin mayor trámite, sumados a organismos proteccionales de menores tanto provinciales como municipales, si los hubiera, a vista y paciencia de estos y sus víctimas, entre las que me incluyo.
Es triste que habiendo visto este triste “cursus honorun”, que hoy sus allegados sufran y lo lloren y muchas de sus víctimas, sino festejan, al menos respiran aliviados, que pudo haber sido evitado si se hubiera actuado desde el primer momento, tanto institucional, como familiar y comunalmente para encauzar la energía mal empleada de este chico.
La otra cara de la misma moneda, la constituye quien, por la suerte de impunidad o desparpajo del joven delincuente, y la liviandad de las sanciones que se le impusieron a lo largo de su carrera fuera de la ley, un ciudadano que solo pretendió cuidar lo suyo y “se desgració” con este hecho infeliz, y que seguramente no podrá sacar de su cabeza mientras viva y al que seguramente la justicia le “pasará el cepillo a pelo y contrapelo” como no hicieron con quien lo obligó a actuar como lo hizo.
Ojalá este fracaso colectivo sirva para evitar que otros chicos sigan su rumbo.
De hecho, advierto, que a su muerte, se pondrá en marcha la “sucesión” del caído y seguramente entre sus compañeros de andanzas, para constituirse en su reemplazante para flagelo de nuestra comunidad. Estará pues en manos y saberes de quienes dejaron fluir la saga que lleva a su tumba a este joven, para que no volvamos a sufrir y vivir otra “tragedia anunciada y evitable”.-
Julio Ramón ALCALDE.-