Quisiera comentarles que, en los últimos 15 días, me vi obligada a intervenir en un caso de suma gravedad, donde pude constatar el gravísimo daño a la salud que se pudo haber ocasionado por la desidia, el desinterés, la desaprensión, e incluso la maldad, hacia un afiliado del Instituto por parte de dos funcionarias públicas del gobierno de Río Negro.
Una de ellas es la recientemente nombrada Directora de Farmacia, Nancy Bertola, y la otra es la Presidenta de IPROSS de Río Negro, Marcela Ávila. A ninguna de ellas les importó, y con pleno conocimiento de las consecuencias —hasta fatales— que podrían haber sucedido con un afiliado, resolver la situación que tenían en sus manos, la cual se podría haber solucionado en cuestión de minutos con una simple llamada telefónica.