La gobernadora ha pronunciado un discurso disociado de la realidad





Colmado de promesas vaporosas y un diagnóstico social que no reconoce a aquellos amplios sectores de rionegrinos vulnerados y empobrecidos a niveles históricos durante los últimos años, la gobernadora, Arabela Carreras ha ofrecido un discurso en el inicio de este nuevo período legislativo colmado de expresiones de buenos deseos y con escasos puntos de contacto con la realidad que nos toca vivir.

Un discurso solo coherente con la continuidad ideológica del partido de gobierno de donde proviene, que niega la dureza de la vida en cada ciudad, en cada paraje, en cada esquina de la provincia.

Tal como lo hemos advertido en distintas ocasiones desde el Frente de Todos, la herencia de la gestión de Alberto Weretilneck, al cabo de ocho años de mandato, es esta dramática situación económica y financiera que hoy atraviesa Río Negro, con una deuda pública que supera los 33 mil millones de pesos, y un producto bruto provincial por debajo del promedio de las demás provincias patagónicas.

Un quebranto que la provincia hoy no puede superar con recursos propios, y requiere de la asistencia urgente del gobierno nacional. Circunstancia evidente que la gobernadora procuró solapar por todos los medios en su discurso este 1 de marzo.

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Aquella deuda contraída de manera irresponsable, es el resultado de una administración incapaz de sustentarse en un plan productivo y de desarrollo propio, y que ahora, luego de casi una década, nos ha dejado en esta situación económica semisumergida, reconocida por la propia gobernadora, y sancionada por la Legislatura provincial a fines de diciembre.

Esta realidad, que transitan día a día más de 700 mil rionegrinos, desmiente a la venturosa provincia que Arabela Carreras habita. Allí, en la misma comarca en la que pronunció su discurso, el nivel de pobreza registra un índice que supera a la media nacional. A ellos, mujeres, hombres y niños, para quienes hoy la dignidad de un empleo es una ilusión inalcanzable, para quienes un plato de comida en la mesa familiar es una lucha cotidiana, la gobernadora acaba de borrarlos del mapa.

Les habló de la tierra de la abundancia, donde solo ella cree que la fruticultura -la histórica economía regional rionegrina- no está sumida en una profunda crisis; donde los insumos más esenciales no faltan en los hospitales públicos; donde el mantenimiento mínimo no falta en las escuelas; donde obras fundamentales no han estado detenidas durante años; donde no se multiplicaron los comedores populares; donde acaso no se ha registrado una de las mayores caídas del salario real de los empleados públicos.

Una provincia donde los rionegrinos quisieran poder vivir junto a la gobernadora Carreras, en lugar de habitar esta Río Negro real que detenta el lamentable honor de ser la que registra un incremento constante en el consumo de estupefacientes; en víctimas fatales por accidentes de tránsito, y en una tasa creciente de mortalidad infantil, producto del déficit de políticas sanitarias.

La declaración de buenas intenciones, la recurrente promesa y la constante apelación a la esperanza, son el más claro testimonio de todas estas carencias.

En el Frente de Todos no somos profetas del desánimo, pero sí venimos a decir que los rionegrinos necesitamos ya mismo que comiencen a aplicarse las políticas concretas que nos sacarán de la postración económica y financiera en la que estamos, y dejar de hablar, de una vez por todas, de un futuro perfecto que solo existe en el plano declamativo y en la abrumadora campaña de publicidad oficial.

A la hora de proponer un proyecto, nos resulta inconcebible partir de un diagnóstico falso. La gobernadora no puede desconocerlo, ya que fue parte activa en ambas gestiones del anterior gobierno. Ese mismo gobierno que aplicó con esmero y a conciencia en la provincia las devastadoras políticas de Mauricio Macri, que nos han puesto hoy al borde del colapso.

De pronto la gobernadora parece no recordarlo.

El discurso de este 1 de marzo es una ilusión que se resquebraja. El relato de “una provincia equilibrada” se desmorona y nos muestra esta triste realidad.

Solo las políticas impulsadas por el presidente Alberto Fernández, como la asistencia financiera y el reperfilamiento de los vencimientos de la deuda rionegrina; la entrega de más de 20 mil tarjetas alimentarias para combatir el hambre, y la reactivación de los contratos con la empresa INVAP, entre otras, son las únicas concretas en pos de la recuperación económica de la provincia.

Claramente Río Negro está en un equilibrio precario, y el gobierno provincial necesita del auxilio de quienes hasta ayer combatió.

No podemos seguir viviendo de sueños y eternas expectativas, señora gobernadora, hablemos de política.

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