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Las Grutas: La biblioteca de barro, donde los libros están junto al mar.

El balneario Las Grutas tiene esas cosas: atardeceres apacibles donde el sol del ocaso tiñe de rojo las aguas del mar, playas de arena para el descanso, concierto de pajaritos al amanecer, la luna que riela sobre las aguas, callecitas de tierra para caminar, paisajes únicos, placita de los artesanos, calles peatonales.

Pero en las “piedras coloradas” hay una feliz sorpresa. Hecha con barro y agua de mar: nada más ni nada menos que una hermosa biblioteca. En ella los libros conviven con la naturaleza y se ofrecen solícitos para que el lector que veranea en el lugar también pueda viajar con la imaginación, entre chapuzón y chapuzón, por las páginas siempre gratas de los libros. ¡Qué bueno que los libros estén al alcance de todos! Silenciosos compañeros jamás saldremos defraudados de sus páginas.

Para el viandante sediento de lugares tranquilos, con la belleza de las piedras coloradas que dan nombre al lugar, con el mar del “golfo más azul del continente” a sus pies, como dice el poeta don Teo Prieto, la biblioteca de barro será una sorpresa mayúscula.

Conozco y sé que hay libros en los estantes, en la mesita de luz, en el baño, en la escalera, libros sueltos en las calles, en las librerías, en los pasillos: pero pocos saben que en Las Coloradas hay libros en una biblioteca de barro. Libros con saber a mar, donde el oleaje de las páginas nos llenará de maravillas. Libros para todos: para niños, para jóvenes, para adultos y para personas mayores. Para eso se escriben: para que el lector los lea, para que se entretenga, para que piense, para que se eduque, para que sonría, para que disfrute y hasta para que llore. Porque el libro es todo eso.

Y seguramente si quiere informarse encontrará en sus llamativos anaqueles los libros de escritores y poetas del lugar que contarán particulares de la región.

Ojalá que haya muchas bibliotecas de barro. En los parajes, en la meseta, en los pueblos, en las ciudades. Junto al río, a la vera de los lagos; así como está la biblioteca de barro de Las Grutas frente al mar, en horizonte de cielo azul y médanos sin igual.

Qué bueno que haya además de los paradores donde se venden vituallas para calmar el apetito, bibliotecas de hechas no solo con barro y agua de mar, sino con mucho amor, para el alimento espiritual de los viandantes.

Bendita de quién fue la idea y las manos que la construyeron.

“Que otros se jacten de los libros que han escrito –decía Jorge Luis Borges- yo me enorgullezco de los que he leído”.

Parafraseando otra frase de nuestro escritor termino así esta breve crónica “Y yo que me imaginaba el paraíso en la forma de una biblioteca”, pero si es de barro mucho mejor.

Jorge Castañeda (Escritor – Valcheta)

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