Es una playa emblemática y popular. Primer lugar donde el residente aprovechaba la marea para relajarse.
Para muchos continúa siendo un rincón favorito y placentero.
Ahora con una costanera ampliada, aprovechar la plaza de la salud, todo decanta en la frondosa arboleda (tamarix) que es oriunda del África y crece en lugares secos cerca del mar.
También cuenta con las pintorescas sombrillas de junco, algunas mesas y bancos remozados sobre la costa, la ocupan generalmente quienes primero llegan al lugar.
Lo óptimo es ir cuando la marea sube, se transforma en una playa imponente, noble. Además las pleamares llegan casi al borde de la costanera.
Cuando la bajamar se hace presente hay que contentarse con lo que queda acumulado en los cauces más pequeños, por donde decanta el agua.
Seguidamente los barcos abandonados que son utilizados por los chicos y jóvenes como trampolín sin medir el riesgo que esto ocasiona.
Es uno de los sitios que cuenta con personal de guardavidas. A la espera de que este verano puedan contar con otros servicios.
Muy cerca está el muelle municipal y los puestos de artesanos y de gastronomía del golfo San Matías y frente al barrio Ferroviario se extiende a otro balneario pasando el muelle local.
Justamente en ese sector se ampliaron las veredas y sumaron bancos para el descanso.
Lo interesante que cuando la ría se cubre con las aguas del océano, si el calor es intenso, la marea se torna agradable y tibia. Un pequeño paraíso.