Mirar el rayo, solo el rayo (carta de lectores)

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Sin ánimos de polemizar y mucho menos de justificar los hechos de vandalismo que, lo son y no existe duda al respecto, acaecidos en las jornadas realizadas en Las Grutas con motivo del movimiento de mujeres y todo lo que es de público conocimiento, quisiera dar una opinión que, lejos de querer justificar, lo que hace es intentar entender algo de todo lo sucedido.

En Los Miserables dice Víctor Hugo: “durante mucho, mucho tiempo se ha venido gestando la tormenta… y vos juzgáis el rayo”. La indignación de vecinos y funcionarios ante los hechos de vandalismo, más que justificada por tratarse de un hecho claro de violencia contra el patrimonio público, es directamente proporcional a la indiferencia de los mismos a hechos que propician que se llegue a tal extremo, me parece.

Así, vivimos en una sociedad que con absoluta indiferencia continúa su vida en tanto mujeres y personas con la percepción de género que se asuman, radican denuncias que la policía no toma, o que minimizan o que directamente ignoran o se burlan; sociedad que avala discursos de violencia de género disfrazados de análisis político; sociedad que da la venia y admira a personajes o periodistas formadores de opinión que son maltratadores, acosadores y misóginos; sociedad que señalan con el dedo acusador a la “desubicada e irracional” persona que realiza una pintada en el lugar que la vio detenida a ella y suelta a su violador y golpeador; sociedad que al momento en que esto sucedía festejaba en directo con una multitud en un estadio y miles de miles por las pantallas un gol convertido por un acusado de violación e intento de femicidio, aclarando que el trasfondo del tema no era gritar por el gol en sí, sino ratificarlo como hombre, como macho; sociedad que indiferentemente mira al costado cuando hay violencia institucional, laboral, social, psicológica y física porque no es visible y no involucra la propiedad privada o pública; en fin, sociedad que permanece impávida e indiferente a una lucha y que más allá de frases declamatorias no se advierten como un compromiso fáctico y cotidiano.

La organización de un evento, tal cual se dio en Las Grutas, no puede garantizar la pulsión psicológica del total de los asistentes y, tengo la seguridad, jamás pasó por la imaginación de los organizadores, que tal pulsión desbordara al punto que se dio, aun cuando fuera minúsculo el grupo.

Estoy con los vecinos que reclaman por la preservación del maravilloso lugar en que vivimos. Pero quisiera también que con el mismo ímpetu acompañáramos todas y cada una de las luchas contra las injusticias y atropellos, sean del color que sean y de la forma que tengan.

Los derechos adquiridos tienen el color de las sociedades que los promueven y una sociedad es mejor cuanto más derechos peleó.

Bien, para finalizar quisiera la misma indignación por cada acto de discriminación, de violencia física, psicológica, institucional, patronal, laboral o sexual, del territorio, lugar, condición, raza, género, edad y postura política que sea, porque la suma de estas injusticias, actos discriminatorios y negación de derechos, constituye la matriz de las tormentas y luchando desde el lugar que nos toque para la conquista de tales derechos. Pueda quizás llegar el tiempo en que no nos afecte el rayo o que directamente no hubiera rayo porque evitamos la tormenta. Lo intento día a día.

Sergio Ricardo Díaz (Las Grutas)

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