martes, septiembre 9, 2025
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Natalia Salinas, pionera en la esquila: una historia de inclusión y perseverancia en un oficio dominado por hombres

La esquila, una labor históricamente vinculada al esfuerzo físico masculino y a las tradiciones rurales, comienza a abrir espacio a nuevas voces y rostros femeninos.


Natalia Pamela Salinas, vecina de Los Menucos, se ha convertido en una de las primeras mujeres de la región en incorporarse a las comparsas de esquila, un oficio que eligió por pasión y que hoy ejerce con orgullo y perseverancia.

En diálogo con este medio digital, Natalia relató cómo nació su interés por el trabajo dentro de las cuadrillas rurales: “Mi primera experiencia fue el año pasado. Estuve alrededor de un mes en una comparsa de esquila. Antes había trabajado como acondicionadora de lanas durante tres años, incluso hice un curso en Prolana y tenía mi certificado. Pero quería dar un paso más, vivir esa experiencia desde adentro, ser parte de eso y no solo escuchar las anécdotas de otros”, explicó.

Aseguró que el inicio no fue sencillo, aunque con el paso de los días logró ganarse un lugar y el respeto de sus compañeros: “Trabajé a la par de 12 hombres y pude desenvolverme bien. Al principio me miraban raro, pero después me incluyeron. Cuando me fui, incluso me dijeron que me iban a extrañar”, recordó entre sonrisas.

Su formación en el campo fue clave para adaptarse a las exigencias: “Estoy acostumbrada a no tener comodidades. Este año me equipé mejor: me compré una carpa, un bañito y un cambiador de camping para estar más tranquila. La idea es depender lo menos posible y trabajar al mismo ritmo que el resto”, señaló.

La inclusión como bandera

Para Natalia, su ingreso representa mucho más que una experiencia personal. Es una puerta que se abre para otras mujeres interesadas en la esquila.

“Cuando una mujer entra en un oficio así, detrás vienen todas. No digo que una máquina sea solo de mujeres, pero sí está bueno que haya inclusión. Nosotras también podemos. Ojalá más chicas se animen”, enfatizó.

De hecho, la aceptación de su desempeño ya le ha abierto nuevas oportunidades: “Otros contratistas me ofrecieron trabajo. Eso demuestra que la inclusión se está tomando en serio, que ya no se ve tan extraño. Quizás con el tiempo se normalice”, destacó.

Entre la pasión y la proyección personal

Aunque Natalia es técnica radióloga y proyecta continuar sus estudios para alcanzar la licenciatura, asegura que la esquila tiene un lugar especial en su vida.

“Lo hago por pasión. Amo el campo, los animales. Cuando uno hace las cosas con amor, hasta lo imposible se vuelve posible. Además, es un trabajo temporal que económicamente deja una buena paga y me ayuda a financiar mis estudios”, explicó.

Antes de finalizar, Natalia dejó un mensaje inspirador para quienes quieran incursionar en oficios tradicionalmente masculinos: “Los sueños están. Lo importante es creer en uno mismo, animarse y salir de la zona de confort. Con esfuerzo y dedicación todo se logra. Una campaña de esquila no es para cualquiera, pero si se hace con amor y respeto, lo difícil se vuelve mínimo y lo lindo se multiplica”.

La experiencia de Natalia no solo visibiliza la capacidad de las mujeres en tareas rurales intensas, sino que también plantea la necesidad de seguir abriendo espacios de inclusión en el sector. Su historia demuestra que con perseverancia, respeto y pasión, es posible transformar oficios tradicionales y proyectar un futuro más igualitario en el campo argentino. (Entrevista por Valma Astudillo)

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