Es un lugar tradicional para pescadores y amantes de la tranquilidad, aunque en los últimos años ha crecido de manera constante.
El parador, junto con su bajada reconstruida, convierte el sitio en un espacio ideal para las familias, especialmente cuando la marea sube, creando áreas perfectas para disfrutar del sol.
Para llegar, es necesario recorrer la avenida Curru Leuvú, que se encuentra a unos dos kilómetros del centro en dirección este. Antes y después del camino se extiende una línea de médanos que caracteriza el paisaje.
El desarrollo urbano en esta zona ha sido notable; lo que antes era un páramo, ahora está repleto de casas de alquiler y residencias permanentes que se han construido en los últimos años en este sector del balneario.
Para acceder a la playa, los visitantes deben dejar sus vehículos junto a un portal de acceso y descender por una escalinata que conduce hasta el acantilado.
Durante la pleamar, en días frescos o cuando el nivel máximo del mar coincide con el atardecer o el anochecer, aún es posible disfrutar de la pesca desde las piedras, obteniendo resultados interesantes. En cualquier caso, como sucede a lo largo de toda la costa de la zona, el mar ofrece dos escenarios distintos:
En marea baja, se revela una extensa restinga que puede recorrerse para admirar la fauna y flora del espacio intermareal. Los canales formados por la erosión del mar sobre las rocas aportan un encanto especial a esta parte de la costa.
En marea alta, la playa se convierte en un lugar perfecto para disfrutar en familia, resguardados por grandes rocas que se distribuyen en distintos puntos y acompañados por el imponente paisaje de los acantilados.
Es importante tener precaución y no acercarse demasiado a los acantilados, ya que siempre existe el riesgo de derrumbes, tal como lo advierten los carteles instalados en el lugar.
El sitio cuenta con servicios de guardavidas, lo que proporciona mayor seguridad a los bañistas.
Además, muchas personas prefieren disfrutar de la playa entre la Bajada Cero y La Rinconada. Durante la marea baja, pocos se quedan en el lugar, pero siempre es constante la presencia de caminantes que recorren la zona, descubriendo las maravillas del entorno natural.
Es importante tener precaución y no acercarse demasiado a los acantilados, ya que siempre existe el riesgo de derrumbes, tal como lo advierten los carteles instalados en el lugar.
