Esta semana, se llevó a cabo la esperada presentación de los resultados de la investigación sobre el impacto del mar en los bajos inundables de San Antonio Oeste y los acantilados de Las Grutas. Este estudio fue realizado de manera conjunta entre la Universidad Politécnica de Madrid y la Universidad de Río Negro. La presentación se llevó a cabo en el auditorio del Centro de Investigación Aplicada y Transferencia Tecnológica en Recursos Marinos Almirante Storni (CIMAS).
El encargado de exponer los hallazgos fue el Ingeniero en Minas, Carlos Paredes Bartolomé, profesor universitario de España. Durante una entrevista con medios locales, Paredes Bartolomé explicó que este proyecto es resultado de una convocatoria competitiva de proyectos de cooperación internacional para el desarrollo sostenible, financiado por la Universidad Politécnica de Madrid. La investigación incluyó trabajos de campo y la colaboración directa con las comunidades locales.
En sus palabras, Paredes Bartolomé subrayó que las conclusiones obtenidas son preliminares. «Nos hemos dado cuenta de que sabemos poco. Nunca conocemos todo lo que quisiéramos saber para dar respuestas racionales y científicas adecuadas. Lo primero que debemos hacer es aprender y adaptarnos», comentó el ingeniero. El estudio pone de manifiesto la necesidad de formación y preparación de la población para enfrentar mareas extraordinarias y eventos climáticos adversos.
La investigación también destaca la importancia de la resiliencia comunitaria. «La población necesita reforzar su comportamiento resiliente, saber cómo actuar y cómo responderán los servicios de emergencia ante desastres naturales», añadió Paredes Bartolomé. La capacidad de adaptarse y reconstruirse es esencial para la convivencia armoniosa con el medio natural.
Uno de los aspectos clave del estudio es la incertidumbre. «Nuestra información está sujeta a incertidumbres. No lo sabemos todo y siempre hay una parte que desconocemos», explicó el ingeniero. Esta incertidumbre afecta la capacidad de predecir y diseñar soluciones precisas para los problemas identificados.
En relación a las posibles soluciones, Paredes Bartolomé enfatizó la necesidad de propuestas ecológicamente sostenibles y viables para los recursos locales. «Las soluciones deben ser acordes a la filosofía de estructuras basadas en la naturaleza y que sean sostenibles económicamente», destacó. Además, recalcó que las soluciones deben responder al contexto específico de la región y no ser extrapoladas de otros escenarios con diferentes dimensiones económicas y ambientales.
El ingeniero también resaltó la importancia de la participación ciudadana en el proceso de investigación. «La implicación de la sociedad es fundamental. Necesitamos que se responsabilicen, que cuiden los equipos instalados y que aporten información a través de iniciativas como CoastSnap», comentó. Esta red permite a los ciudadanos tomar fotografías y subirlas a las redes, proporcionando datos valiosos sobre el comportamiento costero a lo largo del tiempo.
En cuanto a las medidas específicas para San Antonio Oeste, Paredes Bartolomé señaló la necesidad de instalar una boya mareal en la bahía para obtener información detallada sobre los flujos de agua y las alturas de ola. «Esta información es crucial para entender los procesos dinámicos de la bahía y mejorar los modelos de predicción», explicó.
Finalmente, el ingeniero concluyó que la investigación ha permitido calibrar un modelo que evalúa el impacto de mareas extraordinarias y tormentas en la infraestructura costera. «Hemos identificado que el muro de la costanera en la circunvalación sur puede ser rebasado. Esta información es vital para futuras recomendaciones sobre la elevación del muro y la implementación de medidas preventivas», concluyó Paredes Bartolomé.
La investigación continúa y se espera que en futuras etapas se profundice en los estudios y se desarrollen estrategias concretas para mitigar el impacto del mar en estas comunidades costeras.
