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¿Qué es una luxación?

Una luxación es una separación de dos huesos en el lugar donde se juntan, es decir, en la articulación. Se denomina articulación luxada a aquella en la que los huesos ya no están en su posición normal. El cuerpo humano tiene muchas articulaciones que permiten la movilidad de los miembros, y están formadas por la unión de unos huesos con otros mediante músculos, ligamentos y otros elementos. En situación normal estas piezas encajan perfectamente, pero a veces una de estas partes se separa de la otra y no vuelve a su posición natural. La persona que sufra esta lesión sentirá un gran dolor, no podrá mover esa extremidad y además, notará una notable deformidad. Este tipo de lesión es frecuente porque no tiene por qué darse una situación especial para que se produzca. Un golpe, no necesariamente fuerte, que se recibe en un sitio específico, puede luxar un miembro, al igual que puede suceder con una mala postura o una caída con mal apoyo.

¿Cómo se presenta una luxación?

En el caso de una luxación, al ser una lesión grave, se observará:

Deformación del miembro, que adopta una postura antinatural.

Imposibilidad de mover el miembro.

Posibles daños graves a los ligamentos u otros tejidos de la articulación.

Mayor probabilidad de futuras luxaciones, ya que los ligamentos se distienden y es más fácil que se vuelva a salir la articulación (en el caso de un hombro, por ej.).

¿Qué hacer ante una luxación?

Se debe comprender que una luxación y una fractura presentarán signos y síntomas muy parecidos, siendo difícil diferenciarlas. Por eso es importante seguir unos pasos que servirán en ambas situaciones, evitando así riesgos innecesarios:

Localizar la articulación afectada. Si la víctima sospecha que se ha dañado la espalda o el cuello, no moverla. Llamar al número de emergencias y esperar a que acudan, sin abandonar a la víctima en ningún momento.

Inmovilizar el miembro en la posición en la que se encontró (sin manipular) con un cabestrillo o una férula improvisada. El objetivo es que el miembro se mueva lo menos posible.

Si existen heridas, antes de inmovilizar el miembro se deben limpiar y cubrir con gasas estériles o paños limpios.

Dejar la articulación en reposo absoluto. Una vez asegurada la articulación, trasladar al accidentado a un hospital para que se le hagan las pruebas necesarias y le administren el tratamiento adecuado.

Nunca intentar recolocar la articulación ni manipular el miembro de ninguna manera. Si resulta ser una fractura provocaría grandes daños y muchísimo dolor, y si la maniobra se realiza de forma incorrecta podría quedar una lesión permanente.

Dr. Edgar Torres, traumatólogo, Hospital A. Serra.

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