Martita Giménez, una vecina entrañable de San Antonio Oeste y miembro fundadora del grupo de voluntarias Damas de Rosa, quienes desde hace 13 años dedican su tiempo y amor al Hospital “Aníbal Serra”. Con una trayectoria marcada por la solidaridad, Martita representa el rostro visible de un trabajo silencioso y comprometido que asiste a quienes más lo necesitan.
«Donamos las horas libres que tenemos para ayudar», cuenta Martita con emoción. Su principal tarea es confeccionar ajuares para recién nacidos, elaborados con ropa que recibe en donación. “Lo hacemos con el corazón”, remarca. Pero su trabajo no termina allí: también ayudan a personas mayores y a familias de escasos recursos que llegan al hospital sin lo básico. “Muchas veces vienen del campo o de la Línea Sur, sin nada. Les preparamos un bolso con lo necesario”, explica.
El grupo no sólo brinda ropa y elementos de higiene, sino también contención y abrigo: “A los acompañantes que no tienen dónde dormir, les conseguimos una silla, una colchoneta, una frazada… lo justo y necesario”. La falta de infraestructura para quienes deben quedarse varios días junto a sus seres queridos es una de las problemáticas que enfrentan a diario.
La situación económica actual ha complicado aún más el panorama. Sin embargo, Martita aclara que, pese a las dificultades, su compromiso como voluntaria se mantiene firme. “Si alguien quiere donar, puede dejar las cosas en el hospital o en mamografía, donde trabaja mi hija”, indica.
Entre las donaciones más urgentes figuran pañales, leche, ropita de bebé, frazadas, camisones y hasta yerba, azúcar y mate para quienes pasan largas horas en espera. Además, invitan a sumarse como voluntarios. “Ojalá más personas puedan dar una mano. Mano voluntaria se necesita”, enfatiza.
Martita, de 76 años, comenzó su camino solidario a los 16, en Buenos Aires, acompañando a niños con discapacidad. Hoy, con San Antonio como su hogar adoptivo, continúa con la misma entrega de siempre: “Amo esta comunidad, me abrieron los brazos y me recibieron con amor. Estoy muy orgullosa de ser parte de San Antonio”.
Las Damas de Rosa tienen presencia en distintas ciudades del país y del mundo. En San Antonio, su labor es invaluable. Actualmente, el grupo se ha reducido, pero recientemente se ha sumado Camila, una joven que colabora semanalmente, lo que genera esperanza en la continuidad del trabajo.
Durante la pandemia, Martita no abandonó su labor. Aunque las restricciones eran estrictas, se acercaba al hospital con guantes y barbijo para seguir ayudando desde la puerta. “Fue un esfuerzo doble, pero no podía dejarlo”, dice con una sonrisa.
Para quienes deseen colaborar, pueden buscar el perfil en redes sociales: Damas de Rosa – Hospital Aníbal Serra, donde se encuentra más información sobre su historia y necesidades actuales. (por Valma Astudillo)
