“Vivas nos queremos”, el grito que unió una demanda social que en 2015 salió a la calle para denunciar los femicidios. Siguen ocurriendo.
“Ni Una Menos nació ante el hartazgo por la violencia machista, que tiene su punto más cruel en el femicidio”, se presenta a sí mismo este colectivo, que salió a la calle con un grito unívoco: “Vivas nos queremos”. Fue una fuerte demanda social ante los reiterados femicidios, asesinatos de mujeres en situación de violencia de género. Las multitudinarias marchas ganaron el espacio público, permitieron dar visibilidad, ganar la agenda pública y transformar en una demanda colectiva, una problemática que aparecía solapada, con reclamos ante casos individuales.
La primera vez fue hace 10 años, el 3 de junio de 2015 y este año, en un contexto adverso para los movimientos feministas en el país, vuelve a tomar las calles. Adverso por muchos motivos, pero fundamentalmente porque los femicidios siguen ocurriendo; 93 en lo que va de 2025 hasta fines de abril, uno cada 31 horas. Pero además, porque el gobierno nacional niega la existencia de tal figura jurídica.
Explican que se nombró así, sencillamente, diciendo basta de un modo que a todas y todos conmovió: “ni una menos” es la manera de sentenciar que es inaceptable seguir contando mujeres asesinadas por el hecho de ser mujeres o cuerpos disidentes y para señalar cuál es el objeto de esa violencia.
“Esa consigna desbordó las interpelaciones previas del feminismo, desde donde la violencia machista se viene denunciando hace décadas, pero al mismo tiempo, desde la primera marcha del 3 de junio de 2015, la calle y el documento demostraron que la fuerza que se movilizaba era un impulso feminista, se reconociera o no albergado en esa palabra, en su pluralidad de tonos y voces”, recuerdan.
Luego cuentan que al calor de esas voces se consolida el Colectivo Ni Una Menos, con sus muchas expresiones regionales, como parte de un movimiento histórico. Describen que es un movimiento plural y heterogéneo que hizo que en poco tiempo en cada hogar, sumado o no a la lucha en las calles, puedan identificarse pequeñas inequidades y violencias cotidianas como acciones que agravian las biografías y cercenan la vida en libertad: de poder decir sí o de decir no. “Este movimiento quiere permear las bases de la desigualdad, y transformarla”, subrayan.

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