Hubo revelaciones impactantes sobre la falta de control en equipamiento naval para exploración submarina, Además organismos técnicos y gubernamentales no cumplieron requisitos de seguridad y comunicación del submarino utilizado en la peligrosa expedición.
En una sorprendente revelación, el buzo sanantoniense Tony Brochado, experto en equipamiento naval, comentó respecto a la ausencia de rigurosos controles y aprobaciones por parte de los organismos técnicos y gubernamentales en relación con un artefacto submarino utilizado para exploración en aguas profundas. Según el denunciante, el equipo no cumplía con múltiples requerimientos de seguridad y comunicación, poniendo en riesgo la vida de las personas que deseaban ver el famoso barco Titanic.
El especialista residente en San Antonio Oeste, expresó en diferentes medios nacionales e internacionales, su asombro ante la falta de supervisión en el pleno funcionamiento del equipamiento utilizado en estas expediciones. Brochado señaló que habitualmente, cualquier modificación o creación de nuevas herramientas debe pasar por la autorización de los organismos de control y recibir su aprobación. Sin embargo, en este caso, el equipo utilizado no cumplía con una serie de requerimientos fundamentales.
Se ha descubierto que el artefacto naval, fue transportado en una embarcación hasta aguas internacionales, evadiendo así los controles de las autoridades navales. Esta situación ha puesto en evidencia un vacío legal que permitió la utilización del sumergible de estas características sin el debido consentimiento.
La falta de comunicación y seguridad en el equipamiento es especialmente preocupante, ya que cualquier falla en estos sistemas puede ser catastrófica para la vida humana. Brochado reverño que es imperativo contar con al menos tres formas de comunicación en estos equipos para garantizar la seguridad de los tripulantes. Sin embargo, en este caso particular, se descubrió que el artefacto carecía de sistemas de comunicación redundantes.
La noticia también resalta que la expedición submarina se convirtió en una actividad turística de alto riesgo, llevando a personas a casi 4.000 metros de profundidad. El buzo sanantoniense expresó su preocupación por la falta de valoración de la vida humana en este contexto, comparándolo con una pérdida de humanidad.
Aunque aún no se conocen todos los detalles del caso, se mencionó la posibilidad de una implosión catastrófica como consecuencia de las deficiencias en el equipamiento. El experto local hizo referencia a las pruebas hidráulicas de resistencia que se realizan regularmente en los botellones de buceo, las cuales garantizan su integridad. Sin embargo, en este caso, la implosión sugiere una posible falta de control y seguimiento de los materiales utilizados.
El denunciante también reveló que el mismo artefacto naval ya había sido utilizado en expediciones anteriores en la misma zona, incluso por un individuo que publicaba contenido en redes sociales. Esto evidencia que los materiales utilizados en el equipamiento submarino pueden fatigarse con el tiempo, por lo que es crucial llevar a cabo un riguroso seguimiento y evaluación de su estado.
Estas preocupantes revelaciones efectuadas por Tony Brochado plantean serias interrogantes sobre la seguridad y el cumplimiento de estándares en la exploración submarina. Queda por determinar las responsabilidades de los organismos técnicos y gubernamentales en esta falta de control, así como las medidas que se tomarán para evitar situaciones similares en el futuro.