viernes, septiembre 26, 2025
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Tres ductos para el futuro: la infraestructura que definirá la era del GNL en la Patagonia

El gas de Vaca Muerta tendrá salida en los puertos rionegrinos gracias a una infraestructura inédita: gasoductos de 36 y 48 pulgadas, oleoductos paralelos y un poliducto hacia Bahía Blanca.


La infraestructura de transporte de hidrocarburos es el nuevo boom que deberá acompañar inexorablemente el crecimiento productivo de Vaca Muerta y su potencial exportador. El primer paso ya está en marcha: la puesta en marcha este año de la ampliación de Oldelval y el oleoducto Vaca Muerta Oil Sur (VMOS), que avanza en su construcción desde Neuquén hasta Punta Colorada, en Sierra Grande, Río Negro. Será el eje del transporte de crudo hacia la costa atlántica y, aunque nació con un propósito propio, se convertirá en el antecedente inmediato de una red mucho más ambiciosa.Pero para dar el gigantesco paso de llevar el gas de Neuquén a los mercados asiáticos y europeos en forma de gas licuado (GNL), se proyecta la construcción de dos nuevos gasoductos troncales y un oleoducto entre Neuquén y la costa atlántica rionegrina, además de un poliducto hacia el polo petroquímico de Bahía Blanca. Se trata de la base logística de una apuesta que ya tiene compromisos y promesas de inversión por decenas de miles de millones de dólares y que pretende colocar a Vaca Muerta como un actor de peso en el mercado energético global.
Souther Energy enciende motores
El 5 de septiembre pasado, la Secretaría de Energía de la Nación habilitó a la compañía Southern Energy S.A. (SESA) a exportar GNL por 30 años. El permiso, válido desde 2028 hasta 2058, supone un volumen máximo de 28 millones de metros cúbicos por día de gas natural y una proyección anual de 191 millones de MMBTU.La autorización está condicionada a una obra estratégica: la construcción de un gasoducto de 470 kilómetros y 36 pulgadas de diámetro, que conectará Tratayén (Neuquén) con San Antonio Este, en Río Negro. Esa línea troncal, con capacidad para 28 millones de metros cúbicos diarios, será financiada por SESA, un consorcio integrado por Pan American Energy (PAE), YPF, Golar, Pampa Energía y Harbour Energy.El ducto, previsto para comenzar su construcción en 2026, permitirá abastecer a los dos buques licuefactores que operará SESA en la costa rionegrina. El primero de ellos, el FLNG MKII, ya tiene fecha de arribo en 2028. Con ambos barcos en funcionamiento, la compañía invertirá unos 6.000 millones de dólares en su primera década de operaciones, dentro de un plan global que supera los 15.000 millones a lo largo de 20 años.
El gasoducto más grande de la historia
La obra de SESA es apenas el primer eslabón de un proyecto mucho mayor: Argentina LNG, la iniciativa que encabeza YPF junto a socios internacionales como ENI, Shell y, en negociaciones avanzadas, la constructora china Wisson y la coreana Samsung.Este megaproyecto, que implicará una inversión total cercana a los 50.000 millones de dólares en dos décadas, tiene como piedra angular la construcción del gasoducto más grande jamás planificado en el país: un ducto troncal de 48 pulgadas de diámetro, con capacidad para transportar entre 75 y 100 millones de metros cúbicos diarios.La magnitud de la obra equivale a duplicar la capacidad de transporte actual de toda la cuenca neuquina en un solo caño. Nunca en la historia argentina se construyó un ducto de semejante envergadura. Será el complemento indispensable del gasoducto de 36 pulgadas de Southern Energy y la llave para sostener, a largo plazo, el flujo de gas hacia las plantas de licuefacción flotantes.
Oleoducto para Argentina LNG fase 2
El desarrollo masivo de GNL no solo demandará gasoductos. En la zona de gas húmedo de Vaca Muerta, donde el hidrocarburo viene acompañado de volúmenes significativos de crudo, YPF proyecta construir un oleoducto adicional hacia la costa rionegrina.Según fuentes de la compañía, el nuevo oleoducto tendría una capacidad de transporte que superará al histórico Otasa, que cruza la cordillera hacia Chile, con posibilidad de transportar 100 mil barriles diarios, aunque sin llegar a la escala del VMOS. Su función será evacuar el petróleo asociado a los pozos de gas destinados a exportación, para maximizar la rentabilidad del proyecto y acompañar el crecimiento de la producción.La idea de YPF es construir un nuevo caño y no solicitar capacidad en VMOS, lo que implicaría conflictos son sus socios, con quienes logró encarar una inversión de 3.000 millones de dólares tras meses de arduas negociaciones.
El eslabón petroquímico
El esquema se completa con otro proyecto de envergadura: Vaca Muerta Liquids, una iniciativa que prevé inversiones por 8.000 millones de dólares para procesar, separar y fraccionar los líquidos del gas en el polo petroquímico de Bahía Blanca. Para ello, se construirá un poliducto específico que unirá la cuenca neuquina con el complejo industrial bonaerense, cerrando así el círculo de la cadena de valor del GNL.El polo bahiense, epicentro petroquímico del país, se potenciará como receptor y procesador de los subproductos del gas de Vaca Muerta.
Un mar de caños
La magnitud del potencial de desarrollo del shale obliga a dimensionar la demanda total de infraestructura. Un informe técnico del IAPG estima que entre 2025 y 2040 se necesitarán entre 110.000 y 130.000 kilómetros de nuevos ductos en toda la cadena, entre cañerías de pozo, flowlines, gathering y líneas de control, además de los troncales de exportación.En el año pico de construcción, se tenderán entre 10.000 y 12.000 kilómetros de caños, una distancia comparable a la que separa Buenos Aires de Berlín. El acumulado proyectado equivale a dar tres vueltas completas al planeta.Los números también son abrumadores en términos de insumos: solo en ductos intracuenca, se requerirán hasta 5,9 millones de metros cúbicos de movimiento de suelos, más de 15.000 metros cúbicos de combustible y casi 128.000 metros cúbicos de agua para pruebas hidráulicas.
La década de los ductos
Los plazos no son menores. El gasoducto de Southern Energy debe estar listo en 2027 para que el primer barco licuefactor pueda operar en Río Negro. A su vez, el ducto de 48 pulgadas de YPF tiene una ventana de ejecución entre 2026 y 2030, mientras que los nuevos oleoductos y poliductos se irán sumando a medida que avance la fase expansiva del GNL.El horizonte de exportaciones que se proyecta para la década del 2030 es de 12.500 millones de dólares anuales, un monto capaz de reconfigurar la balanza comercial argentina y dar aire a la macroeconomía. Pero detrás de esas cifras colosales se esconde un desafío igualmente monumental: construir, en menos de diez años, una red de ductos que nunca tuvo antecedentes en el país.

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