HISTORIAS SANANTONIENSES. El día viernes 09 de septiembre de 2005, en horario nocturno, era una noche más para los controladores de Puerto del Este. Dos de ellos se retiraron a cenar quedando uno de guardia.
La radio del Control estaba en modo escáner, con el propósito de oír cualquier comunicación en el canal radioeléctrico 12 entre los buques pesqueros que en esos momentos ingresaban al interior de la bahía de San Antonio o bien con la Prefectura Naval Argentina.
Siendo las 22:30 hs pm, un aviso radial notifica al controlador de Puesto 1, entrada del Puerto, que se aproximaba un camión para el transporte de la carga de pescado de la empresa Grinfin.
Minutos después, un camión Scania 111 chapa patente RAL 343 se estacionó a un costado del acceso descendiendo el conductor bastante agitado.
Después de un brevísimo saludo, el chofer informó que, «al doblar la curva del camino al puerto, antes de la baliza Golfo San Matías y transitando ya por el camino de la costa, había visto en el cielo, frente a su parabrisas, una luz de fulgor llamativo que se desplazaba en el oeste y que lo venía siguiendo» (sic). Solicitó que el empleado del puerto lo siguiera así «la podía observar él también».
El controlador accede a la petición y después de caminar unos 30 metros hacia la ruta que comunica el puerto con el resto del país, buscando una ubicación favorable para ver mejor la luz. De repente, el transportista grita: – ¡Ahí va! ¡Ahí está! ¡Ahí se ve!
En dirección hacia donde indicaba con su mano extendida, se divisaba una luz pequeña color naranjo blanquecino que no parecía moverse.
La luminosidad estaba en el horizonte, entre las Piedras Coloradas y la bajada 7 de Las Grutas o al menos, eso parecía vista desde los médanos aledaños al ingreso a las instalaciones portuarias. Finalmente, el camionero, jadeando por la trepada en la arena de la duna, reitera con convicción: -Ahí está, esa es.
El controlador regresó a Puesto 1 y mientras realizaba la documentación para permitir el ingreso al puerto, el camionero manifiesta su deseo de pernoctar dentro de las instalaciones por «su seguridad».
Se le levantó la barrera y se lo pudo ver estacionar en inmediaciones de las viejas instalaciones de la Aduana. Intrigado el controlador, decidió volver a ver, notando que a la distancia la luz parecía menguar hasta desaparecer.
¿Qué fue lo que vio el transportista y el controlador? En la próxima entrega ensayaremos algunas respuestas.
Fuente: Breves historias escritas por Marcelo Pesaresi para InformativoHoy. (Foto referencial).