HISTORIAS SANANTONIENSES. En el año 1953, precisamente un 28 de mayo, un frío mediodía en San Antonio Oeste, ocurrió una tragedia inesperada.
El cura párroco del pueblo, el sacerdote Pablo Percaz junto a tres albañiles, estaban construyendo un pequeño salón, para que sea un espacio recreativo y de reuniones para la catequesis, junto a la iglesia que, en aquel entonces, se encontraba ubicada entre Pellegrini y 9 de Julio, por calle San Martín.
La parroquia era de chapa como muchas de las construcciones de aquella época.
El Padre Pablo Percaz (foto arriba) era un sacerdote que provenía de la iglesia de Villa Regina y fue destinado para estar al frente de la feligresía católica en San Antonio Oeste.
Señalan los libros de historia que “era un hombre alto, rubio y de redondos anteojos, estos se destacaban cuando disputaba un partido de fútbol, generalmente en los encuentros entre los chicos de la catequesis como era su costumbre”.
En la década del 50, la población contaba con unos cinco mil habitantes aproximadamente habitantes, la pesca era incipiente como economía local. La gran mayoría trabajaban en el ferrocarril, la mayor fuente laboral.
Relata la historia, que el párroco pensó que sería importante que también se brinde un sitio para que los pequeños puedan mirar cine, como reunirse en los días helados, aquellos años el frío se hacía sentir.
Como era habitual los 13 de junio, la fiesta del Santo Patrono, congregaba a la comunidad y pensaban inaugurar ese día la extensión de la iglesia.
Lamentablemente no pudo ser. La tragedia ensombreció a todos ese jueves lluvioso de mayo.
Conmovidos los pobladores acudieron al enterarse de que el techo de la obra, cayó sobre el sacerdote y los tres albañiles. Todos habían muerto tras retirar los puntales del techo. Presumen que el cemento no había fraguado lo suficiente y se desplomó sobre los infortunados.
Varios hombres se sumaron al rescate, pero al correr los escombros el estupor se apoderó de todos los presentes y la angustia hizo derramar lágrimas por los fallecidos.
Era un sacerdote muy popular, a tal punto que los vecinos de Villa Regina llegaron al velatorio y pidieron llevárselo a enterrar, dónde sus restos aún descansan en esa localidad. Una caravana partió desde San Antonio Oeste hasta el Alto Valle.
Los tres albañiles, fueron velados en los salones de la Municipalidad y, como era de esperar, acudió mucha gente, lo mismo que al entierro al día siguiente.
En una larga fila llegaron a pie hasta el cementerio. También era una fría y gris jornada, el luto había ocultado el sol.
Fuentes consultadas: Marcelo Pesaresi – Héctor Izco – Albino Osovnikar – Juan Carlos Irizar.
-La Iglesia de chapa en pintura de «Bocho» Izco
La Iglesia de chapa en calle San Martín a la izquierda, en la esquina Casa Iud (Imagen web de Yo soy de San Antonio)