Con manos pacientes y mirada serena, Zulema Pérez representa a las artesanas que mantienen viva la tradición del tejido en telar en la Región Sur rionegrina. Desde su casa en Valcheta, esta mujer apasionada por los oficios manuales combina creatividad, reciclaje y memoria ancestral en cada una de sus piezas.
“Soy tejedora de matra, artesana, aunque recién no estoy empezando. Hay muchas mujeres que vienen tejiendo desde hace años, pero yo trabajo con telares chicos, con adornos y cosas más pequeñas”, contó Zulema, rodeada de sus trabajos: tapetes, caminos de mesa, cintos y bolsos, todos elaborados con paciencia y dedicación.
Sus manos conocen el ritmo del telar y el valor de la lana, un material que hoy se ha vuelto costoso. “La lana es cara, muy cara. Por eso prefiero hacer piezas pequeñas. Para una matra grande se necesita mucha cantidad. A veces me gustaría ir un poco más allá, pero los costos son altos”, explicó con realismo.
Sin embargo, el entusiasmo de Zulema no se detiene. Actualmente, participa en cursos de huerta y envasado, como parte de una propuesta de formación local. “Estamos haciendo huerta ahora, y más adelante vamos a aprender envasado. Me encanta aprender cosas nuevas”, dijo.
Tradición, reciclaje y creatividad
Zulema combina técnicas tradicionales con ideas modernas. A la par del telar, realiza trabajos en crochet y experimenta con materiales reciclados. “Con mi compañera Claudia hicimos bolsos con jeans reciclados. También hago carteras, chalecos, escarapelas, cintos y llaveritos. Son cosas que llevan nuestro territorio, nuestra identidad”, comentó orgullosa.
Esa diversidad de creaciones refleja la riqueza artesanal de Valcheta, un lugar donde las manos de las mujeres transforman los recursos locales en arte. “Acá hay muchas artesanas que hacen matras grandes, de una o dos plazas, o cojinillos para los caballos. Todo eso requiere mucha lana, muchas chillas. Antes se teñía con plantas, con algarrobo, con pichana… quedaban colores hermosos y no se destiñen. Ahora se usa anilina, pero no es lo mismo”, recordó con nostalgia.
Orgullo por lo hecho a mano
Para Zulema, cada tejido es una expresión personal, una manera de conectar con su entorno y con la historia. “Me encanta hacer artesanía, me encanta muchísimo. Siento que me sale de adentro, que puedo hacer algo para mí misma o para venderlo. También me gusta llevar mis cosas a otros lugares, compartir con otras personas lo que uno hace y ver lo que hacen los demás”, expresó con una sonrisa.
Su testimonio refleja el espíritu de muchas mujeres de la región que, a través del arte textil, sostienen una economía familiar y preservan la identidad cultural patagónica.
En cada matra, en cada llavero o escarapela, hay un pedacito de historia, de paisaje y de esfuerzo. Zulema Pérez es parte de ese entramado invisible que une generaciones a través del hilo, la lana y la creatividad.
