Inicio Culturales 1922: el año que el puerto sanantoniense batió récords de carga

1922: el año que el puerto sanantoniense batió récords de carga

HISTORIAS SANANTONIENSES. El ir y venir de barcos durante los primeros años de la década del ’20 representó el inicio de una década dorada para el puerto de San Antonio Oeste.


En 1922 el volumen de carga batió un récord histórico. El movimiento portuario anual registraba el arribo de más de cien barcos con un total de 26.646 toneladas, lo que constituye una marca histórica sin parangón.
En 1923, por ejemplo, ingresaron 107 embarcaciones y se registraron movimientos por 21.792 toneladas.
Para esos años, ya había seis muelles instalados en la caleta. De Oeste a Este, estaban: primero, el de la firma Podestá; segundo, el de La Anónima –que fue el de Sassemberg–; tercero, el de la Subprefectura; cuarto, el del Ferrocarril, con forma de una “V” invertida; al lado, el de Lahusen, y por último, “el del Presidente”, como llamaba la gente al muelle del arribo de José Figueroa Alcorta, en Punta Verde.
En los seis atracaderos, día y noche, se trabajaba muy intenso y sin tregua. Particularmente en “el muelle del Presidente”, por su fácil acceso y mayor calado en relación con los demás.
Aparte del material ferroviario que arribaba para la prosecución de “la construcción”, se bajaba carbón de procedencia directa de Europa para alimentar a las locomotoras a vapor. Naturalmente, las cargas podían ser muy variadas.
Por ejemplo, las locomotoras de gran potencia Mountain-Baldwin, Nº 500 y Nº 501, destinadas a operar en la alta cordillera, llegaron por barco, directo de Estados Unidos y parcialmente desarmadas, para ser transbordadas en el muelle de Punta Verde.
Era común en esos días observar en el fondo ribereño de la caleta del Oeste tres o cuatro embarcaciones de 800 a 1.000 toneladas.
“El Americano”, el “Asturiano”, el “Bariloche” –al mando del capitán Laconcha­–, el “Río Negro”, con los capitanes Salesi o Gazapo, el “Esquel”, capitaneado por Oliva, el “Pomona” y muchos otros fueron los visitantes más asiduos del puerto.
La navegación de acceso a la caleta se hacía de manera mucho más segura, ya que se había instalado un buen balizamiento para una dirección enfilada. En el último tramo, el canal de acceso estaba marcado con grandes boyas iluminadas.
En algunos cierres anuales del lustro 1925-1930 se registraron movimientos de carga superiores a las 30.000 toneladas. Mientras que en el decenio 1923-1932 el puerto operó transacciones por 108.600 toneladas, con un promedio anual mayor a las diez mil toneladas.
Una prueba irrefutable de este apogeo fueron los más de diez mil metros cuadrados de superficie cubierta que ocupaban las barracas, galpones y depósitos instalados en el puerto hacia 1930. (Fuente H. Izco, J. C. Irizar, H. Lefevre, J. López)

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