Las fracturas vertebrales osteoporóticas por aplastamiento constituyen un problema clínico frecuente y su importancia es cada vez mayor a medida que aumenta la edad media de la población. Muchas de estas fracturas son inicialmente asintomáticas y parecen provocar escasas complicaciones aparte de una reducción de la estatura y la incurvación de la espalda. Cuando una de estas fracturas provoca dolor, el paciente generalmente puede ser tratado con éxito mediante una combinación de medicación, modificación de la actividad y ocasionalmente con el uso de ortesis.
Reducción de la Densidad Ósea.
La densidad mineral ósea es quizás el mejor indicador disponible en la actualidad para la valoración del riesgo de fracturas osteoporóticas. La DMO o densitometría ósea de la columna lumbar media y del fémur proximal es una prueba rápida y segura y es la técnica de elección para determinar la densidad ósea.
Se han descrito otros factores que contribuyen a la aparición de las fracturas vertebrales por osteoporosis. La ausencia de terapia hormonal sustitutiva, tres o más enfermedades crónicas como la tuberculosis y/o úlcera péptica y el tabaquismo son algunos de estos factores independientes.
Valoración clínica.
Los pacientes con una fractura vertebral sintomática típicamente se presentan con dolor de espalda severo tras un traumatismo menor. Algunas veces, el estornudo o la tos provocan una fractura del hueso osteoporótico. La columna muestra una cifosis dorsal exagerada (“joroba”) y el dolor es típicamente reproducido con la palpación profunda sobre la apófisis espinosa del nivel afectado. Rara vez se asocian déficit neurológicos a estas fracturas, pero deben descartarse. Los estudios de rutina iniciales son las radiografías. La resonancia magnética de la columna es probablemente la prueba más útil para determinar la antigüedad de la fractura y seleccionar el tratamiento más apropiado.
El dolor en las fracturas vertebrales.
Las fracturas vertebrales sintomáticas generalmente debutan como un dolor dorsal o lumbar agudo. La mayoría de estas fracturas pueden tratarse adecuadamente mediante un corto periodo de reposo o una modificación de la actividad, analgésicos fuertes y una ortesis. Muchos pacientes padecen un dolor crónico como consecuencia de estas fracturas; en algunos, el dolor puede repetirse tras un periodo asintomático variable. El tratamiento quirúrgico es necesario en un pequeño grupo de pacientes con fracturas vertebrales en quienes se desarrolla un déficit neurológico progresivo o dolor intratable por la deformidad fracturaria.
La mejor profilaxis de la osteoporosis consiste en la obtención de un pico de masa ósea óptimo antes de llegar a la vida adulta y en la preservación de la masa ósea posteriormente. El ejercicio y un estilo de vida activo en combinación con una nutrición apropiada (incluyendo calcio y vitamina D) son medidas adecuadas de prevención para la mayoría de los individuos. La falta de ejercicio, una mala nutrición y el abuso de alcohol y tabaco pueden contribuir a la pérdida ósea en la vida adulta.
Afortunadamente, la mayoría de estas fracturas son asintomáticas y precisan de un tratamiento mínimo o no requieren tratamiento alguno.
Dr. Edgar Torres, traumatólogo, Hospital A. Serra.