Padre e hijo sobrevivieron gracias a pequeñas fogatas en plena meseta





Con temperaturas de hasta -10 grados hicieron noche junto a pequeñas fogatas de ramitas y coirones.

José Sandoval y su hijo Yamil fueron encontrados ayer al mediodía en un puesto a unos 45 kilómetros al sudoeste de Prahuaniyeu. Estaban en buenas condiciones de salud, aunque con visibles muestras de cansancio, producto de casi tres días de andar caminando sin alimentos y con temperaturas bajo cero por la inhóspita Meseta de Somuncura.

“Soy muy creyente y sólo le pedía a Dios que me dé fuerza para seguir adelante. Por suerte estamos a salvo”, sostuvo José al llegar al puesto sanitario de Prahuaniyeu, en un móvil del cuartel de Bomberos de Los Menucos.

José, de 48 años, y su hijo Yamil de 20 habían llegado a Prahuaniyeu el pasado martes para ir en busca de un familiar que vive en un puesto llamado La Lechuza, a unos 20 kilómetros, en plena Meseta de Somuncura. Dejaron el vehículo y emprendieron el viaje a pie. Llevaban sólo una botella de agua, fósforos y abrigo. Les habían avisado a los familiares de Prahuaniyeu que regresarían a la tarde. Sin embargo la persona a la que iban a buscar, don Victoriano Sandoval –tío de José–, sin saber que ellos se dirigían a su casa, decidió subirse al caballo e ir a Prahuaniyeu. Se cruzaron en el trayecto sin verse. Cuando Victoriano llegó y le preguntaron por los familiares que iban a su campo se encendió la alarma. A partir de allí se puso en marcha un gran operativo que terminó ayer al mediodía con un final feliz.

José detalló que salió desde Prahuaniyeu en dirección al campo de su tío por un camino que ya había hecho en varias oportunidades. Sin embargo, en medio del trayecto esperó a su hijo, que caminaba detrás de él a varios metros, y cuando retomó la marcha se perdió. Fue cuando el sol comenzaba a esconderse detrás de los cerros. “En vez de bajar a un lugar adonde había una casa, seguimos de largo. Había muchas lagunas y nos desorientamos”, detalló. A partir de allí comenzaron a vivir una verdadera odisea. En la oscuridad de la noche y con una temperatura de 10 grados bajo cero, se arrimaron a la orilla de una laguna. Hicieron fuego, y con ramas, coirones y unas maderas que estaban en cercanías del agua improvisaron dos camas donde pasaron la noche.

Al otro día, continuaron caminando. Llegaron a un puesto y preguntaron a un campesino por dónde seguir para llegar hasta lo de Victoriano Sandoval, pero no lo lograron y la fría noche los volvió a sorprender en medio del campo. De nuevo armaron un lugar para dormir al resguardo de una fogata.

El jueves a la mañana, José Quilográn, puestero de la estancia La Lechuza, arreaba unas ovejas y los divisó en medio del campo. Los guió hasta el puesto donde pudieron alimentarse y calefaccionarse. A las 12:16 de ayer, Federico Bijarra y Yamil Fuentes, bomberos voluntarios de Los Menucos, junto a Juan Torres, un baqueano de la zona, llegaban al puesto en una pick up y los encontraron adentro de un corral haciendo fuego. Minutos después emprendieron el viaje de regreso a Prahuaniyeu, adonde llegaron cerca de las 16.

Prahuaniyeu convulsionado

Desde el martes y hasta ayer, el pequeño poblado ubicado a unos 75 kilómetros al sur de Los Menucos, en cercanías del Paralelo 42, estuvo bastante alterado. Allí viven unas 180 personas que estuvieron pendientes de lo que acontecía. Ayer, la llegada del helicóptero despertó gran atención. Numerosos vecinos y los 35 alumnos de la Escuela Primaria 114 Rosario Peñaloza junto a los docentes se acercaron hasta el lugar donde aterrizó para desearles suerte a los rescatistas. Cuando la noticia sobre la aparición con vida de padre e hijo comenzó a circular por las calles del paraje, un gran alivio invadió a la gente y cuando llegaron al puesto sanitario fueron recibidos en medio de aplausos y muestras de cariño.

Fuente: rionegro.com.ar

 

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