La comerciante de San Antonio Oeste, Maricruz Inostrosa, de nacionalidad peruana, decidió hacer pública su versión tras haber sido involucrada en una denuncia por presunta trata de personas iniciada por una familiar lejana que había llegado desde Perú semanas atrás. Según expresó, nunca tuvo la oportunidad de ser escuchada y afirmó haber sido señalada socialmente sin que se conociera su relato.
“Gracias por escucharme y escuchar mi versión, porque no había quien nos escuchara. Nos sentíamos con impotencia porque nadie nos escuchaba; éramos siempre los malos”, comenzó relatando.
Inostrosa explicó que la joven denunciante es su prima lejana por parte de su madre, a quien conocía porque solía visitar un kiosco que su familia tiene en Perú. De acuerdo a su testimonio, la joven habría manifestado reiteradamente la intención de viajar a la Argentina por problemas personales en Perú. “Yo le decía que no porque no necesitaba gente. Tengo un solo local. Pero seguía insistiendo con mi mamá: ‘Tía, estoy en problemas, no quiero estar más acá’”, señaló. Finalmente, la familia accedió a ayudarla.
Maricruz aseguró que costeó el pasaje y que la prima viajó con boleto de ida y vuelta. Su esposo la retiró en Buenos Aires y se instalaron en San Antonio Oeste, donde, según sostuvo, la joven convivió un mes sin inconvenientes, realizando tareas domésticas ocasionales y participando de actividades recreativas.
Con la llegada de la temporada, la familia evaluó abrir un segundo local comercial. “Le preguntamos si nos podía apoyar en la temporada, que íbamos a pagar todo y que de paso se iba a Perú con una platita”, expresó. Según Inostrosa, la joven aceptó.
Sin embargo —relató— una semana después la actitud de su prima cambió repentinamente: “Empezó a decir que su mamá estaba enferma, que se tenía que ir urgente, que su madrina se estaba muriendo. Para mí eran mentiras”.
La comerciante afirmó que durante un viaje a Trelew, dejó a la joven a cargo de la vivienda y de los locales “por confianza”. Un domingo mantuvo comunicación con ella, pero el lunes dejó de responder. Ante la falta de noticias, recurrió a vecinos y luego realizó una denuncia por desaparición.
Según narró, al regresar a su casa se encontró con un operativo policial: “Lleno de policías en la casa y en los locales. Yo preocupada, sin saber qué había pasado”. Allí —indicó— se le solicitó entregar documentos y pertenencias de la joven; sin embargo, sostiene que la prima extrajo su documento de su propio bolsillo frente a los efectivos.
Posteriormente, Inostrosa fue trasladada a la comisaría para toma de huellas, aunque aclara que no se le tomó declaración formal y que no se le informó sobre la necesidad de contar con un abogado.
Días después, recibió una notificación del Ministerio de Trabajo para firmar un acuerdo. Asegura que allí se sintió intimidada y presionada para firmar un documento en el que se determinaba la obligación de que la joven regresara a Perú. “Me decían que acá se cumplen las leyes, que si no firmaba se iba a agrandar más, que iban a allanar los locales y que el intendente ya estaba hablando del tema”, indicó. También le informaron en esa instancia que la joven estaba embarazada, hecho del cual —según afirmó— no tenía conocimiento.
“El abogado que consulté después me dijo que no tendría que haber firmado nada sin asesoramiento. Pero yo estaba nerviosa, nunca pasé por algo así”, aseguró.
Una vez que la joven regresó a Perú —viaje cuyo pasaje Inostrosa afirma haber costeado nuevamente— intentó contactarla para pedir explicaciones. Según su relato, solo recibió como respuesta: “Tú tienes la culpa por ayudarme”.
La comerciante sostuvo que actualmente la familia de la joven tampoco logra ubicarla y que se encontraría “escondiéndose” por vergüenza de la situación generada.
Maricruz Inostrosa afirmó sentirse profundamente afectada por la exposición pública que sufrió: “Quedé muy mal, y a mí nadie me quiso escuchar. Todos jugaban a favor de ella porque lloraba y estaba embarazada”.
Sostuvo que el episodio le generó perjuicios económicos importantes, incluyendo el pago del traslado y la posibilidad de afrontar una indemnización que —según su testimonio— no está en condiciones de pagar. También lamentó el impacto emocional: “Esto me enseñó a no confiar en nadie. Yo la ayudé, le dimos casa, comida, ropa, y terminó pasando esto”.
Sobre el estado de la causa, manifestó que no cuenta con abogado y que no ha recibido nuevas notificaciones judiciales. “Hasta ahora no me llega nada. No sé cómo seguirá”, expresó.
A pesar de la situación, la comerciante aseguró que continuará trabajando en la localidad: “Me gusta el mar, me gusta San Antonio. A veces hay cosas que te tienen que pasar para que aprendas en la vida. Esto me hizo más fuerte”.


