Día del Inmigrante: breve relato histórico de cuatro familias que arribaron al naciente San Antonio

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HISTORIAS SANANTONIENSES. Hace muchas décadas, en un rincón remoto del mundo, en Argentina, se escribía una historia de éxito sobre la inmigración y el esfuerzo incansable de personas que buscaban un nuevo comienzo en un país lejano.


Este relato histórico nos lleva atrás en el tiempo, a una época en la que Argentina se convirtió en un faro de esperanza para aquellos que anhelaban prosperidad y trabajo.

En el siglo XIX, Argentina ya había ganado renombre por su política inmigratoria exitosa. Se convirtió en un destino atractivo para personas de todo el mundo que deseaban forjar un futuro mejor. Esta política, establecida después de la Organización Nacional, fue un éxito innegable y transformó al país en uno de los más beneficiados del continente.

La llamada «Generación del Ochenta» asumió el poder y se fijó dos objetivos claros: convertir a Argentina en un país de inmigración y establecer la educación obligatoria y gratuita para todos. Estas políticas se convirtieron en una parte fundamental del tejido del país, independientemente de los cambios en el gobierno. Argentina se convirtió en un crisol de culturas y nacionalidades, y gran parte de la población actual puede rastrear sus raíces hasta un inmigrante que llegó en busca de un futuro mejor.

Dos figuras clave detrás de estas políticas fueron Juan Bautista Alberdi y Sarmiento, quienes establecieron los cimientos para el crecimiento de Argentina como un país de oportunidades.

Uno de los inmigrantes que dejó una huella indeleble en la historia de San Antonio Oeste fue don Atilio Francisco Agnoli, un italiano nacido en Cortina Danpezzo en 1898. Su historia es la de un joven que, después de sobrevivir a la Primera Guerra Mundial, decidió emigrar a Argentina en busca de un futuro mejor. Llegó a la zona en 1922, en un momento en que la construcción del Ferrocarril ofrecía oportunidades de empleo. Trabajó incansablemente, primero en la construcción y luego como zapatero, un oficio que aprendió mientras estaba en un hospital recuperándose de una herida de guerra. Su determinación lo llevó a establecer su propia zapatería en San Antonio Oeste, donde conoció a su esposa argentina, Ana Rodríguez, con quien tuvo cinco hijos. Don Atilio Agnoli vivió hasta 1983 y dejó un legado de trabajo duro y dedicación a su nueva patria.

Otro inmigrante destacado fue don Joaquín Izco, un español que emigró desde Pamplona, Navarra, a San Antonio Oeste. Llegó como constructor de galpones y demostró una gran inteligencia y habilidad en la electricidad. Autodidacta, se formó a sí mismo a través de cursos por correspondencia y se convirtió en un experto en diversas tecnologías. Contribuyó significativamente a la comunidad al dirigir la primera fábrica de hielo, la primera usina eléctrica y la primera central telefónica del entonces Territorio de Río Negro. Su legado técnico y su contribución al desarrollo de la ciudad perduran en la memoria colectiva.

Don Abram Iud, de origen polaco, también dejó su marca en San Antonio Oeste. Llegó en 1922 y comenzó vendiendo relojes como vendedor ambulante. Con el tiempo, cambió su negocio a la venta de ropa y calzado. Siguiendo la tradición de muchos inmigrantes, trajo a varios miembros de su familia para ayudar en sus actividades comerciales, contribuyendo así al crecimiento de la comunidad.

Finalmente, no podemos olvidar a don Hassein Kanje, un libanés que, como muchos otros árabes, fue conocido como «turco» debido a la época en que todos los países árabes formaban parte del Imperio Otomano. Su historia es una historia de amor, ya que él y su novia Neis decidieron emigrar a Argentina juntos en busca de una vida mejor, desafiando las costumbres de sus familias en su país de origen. A pesar de la barrera del idioma y las diferencias culturales, encontraron un refugio en San Antonio Oeste, donde comenzaron su negocio con la ayuda de un conocido. Su valentía y determinación se destacan como un ejemplo de la fuerza del espíritu humano.

Estas historias son solo una pequeña muestra del legado de los inmigrantes en San Antonio Oeste y en Argentina en su conjunto. A medida que el flujo de inmigración ha cambiado a lo largo de los años, estas familias han dejado una marca indeleble en la historia de la comunidad, contribuyendo al progreso y la diversidad cultural de la región. Argentina, un país de inmigrantes, ha sido enriquecida por las historias y los esfuerzos de personas como don Atilio, don Joaquín, don Abram y don Hassein, quienes encontraron en este rincón del mundo una segunda oportunidad para forjar un futuro mejor.

Pero el flujo no se detuvo, europeos continuaron llegando, foráneos como Domínguez, Baltanaz, Marchione, los Hermanos Costa, Repucci, Bonucellì y algún otro, fueron muchos más. Últimamente fue importante la inmigración de países limítrofes como Chile y Bolivia.

San Antonio Oeste se forjó con gente que arribó incesantemente desde sus humildes inicios hasta el día de hoy, sigue cobijando aquellos que deciden hechar raíces en el norte patagónico. (Fuente escritos de Irizar – Ballor – Izco)

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