Días violentos en Puerto San Antonio Oeste y territorios adyacentes 1902-1925

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- Intersección de calles San Martín y Victoria.




HISTORIAS SANANTONIENSES. Que en el Territorio de Río Negro existió (y aún existe) un sector de la sociedad inclinada a la violencia, ningún historiador lo pone en duda. En los libros escritos por Hebe Beatriz Pérez de Bonuccelli y Graciela Pagano de Pezzot mencionan algunos detalles de la violencia que se podía desatar entre algunos, en nuestra bahía de San Antonio.


En su libro Los inmigrantes Italianos en San Antonio; página 11; informan que el poblador Aderito Reggiani oriundo de Parma, Italia,  tuvo una fonda (lugar donde se alojaba y daba de comer a los viajeros) en Saco Viejo (…) donde algunos parroquianos solían congregarse a pasar el rato en el comedor. A veces, la ingesta de alcohol sobrepasaba los límites y empujaba a los hombres al enfrentamiento con cuchillos. Entonces, el “Tano” Reggiani, agarraba un palo de guindo que se había conseguido en la isla de la Paloma cerca de Patagones “y entraba a garrotear las manos de los contendientes hasta que soltaban el puñal”. (Tuvo suerte este buen hombre que ninguno de los que se enfrentaban se volvieran en su contra).

Fragoza; un historiador local ya fallecido, recordaba una experiencia con la maldad que le tocó soportar a su familia. Según narra en su libro “Vivencias del Este”, (páginas 39 y 40), alrededor de “1902 la familia Rojas Gutiérrez arribó a Saco Viejo desde Viedma en circunstancias muy especiales (…) Cerca de ese lugar (Laguna Las Máquinas)  a orillas del viejo camino que venía de río Colorado al sur, doña Emilia (mi abuela) puso una posta para dar de comer a los viajeros que pasaban en la galera rumbo al Chubut. (…) A poco de estar instalada la posta, apareció en el lugar un desconocido que amenazó con incendiarla atemorizando a sus moradores. Esto obligó a la intervención de los hermanos Peirano, quienes ofrecieron a Doña Emilia toda clase protección.”.

En otro de estos episodios amargos, no podemos pasar por alto el parte que el Ayudante de Segunda de la Prefectura General de Puertos Julio Benavidez remitiera a sus superiores en Buenos Aires. Dice este servidor: “Corría el año 1909. Me encontraba prestando servicios como Jefe de la Ayudantía Marítima de San Antonio Este, en el entonces Territorio Nacional de Río Negro (…). Un mal día, dos alemanes, Chelin y Malín, cubiertos el rostro con pañuelos negros y provistos de grandes pistolas del tiempo del “ñaupa” asaltaron la casa de comercio Lahusen, (en el nuevo San Antonio Oeste)  en pleno día, y con la bolsa llena de plata, tomaron las de “villadiego”. Casi simultáneamente, cerca de la planicie de Sumuncurá, se había encontrado el cadáver de una menor de 16 años que fuera raptada por un forajido quien, satisfechos sus  instintos perversos, la había degollado. Tanto los alemanes como el violador y asesino fueron detenidos.

Acerca del odio que se le tenía a la policía en los días de Saco Viejo y posteriormente en San Antonio Oeste y localidades vecinas, vale mencionar un episodio narrado por el suizo Ardüser quien trabajó en la construcción del Ferrocarril. Encontrándose el 10 de Julio de 1911 en el paraje Cabeza de Vaca por razones laborales, Ardüser avistó en un tren a   un médico italiano quien le había arrancado tiempo atrás, tres muelas infectadas embriagándolo con Coñac en “Puerto San Antonio”. Este hombre se dirigía hacia Corral Chico; actual Ramos Mexía. Ardüser, entre los saludos y apuros, olvidó preguntar motivos del viaje. (En este punto el historiador Adrián Osovnikar relata que los médicos ferroviarios viajaban de un lugar a otro donde los enviara la “patronal”). Al día siguiente, el mismo médico pasó de regreso hacia San Antonio, trayendo el cadáver de un  Comisario de 28 años de edad y a un policía herido. ¿Qué había sucedido?

El médico le narró la historia. Estando el Comisario en Los Menucos durante unas carreras cuadreras, un vasco español le pegó un tiro a un perro y el servidor fue a reprenderlo debido que había puesto en riesgo a la gente. Seguidamente, el vasco extrajo un revólver y a sangre fría, le disparó en una pierna y mientras el herido se derrumbaba, dio un salto y le enterró una puñalada en la parte izquierda del cuerpo. El policía que estaba presente junto al oficial al intentar intervenir, fue repelido por el mismo individuo a balazos recibiendo un tiro en el hombro. A pesar de la gravedad de las heridas, el oficial policial pudo telegrafiar a la Comisaría de San Antonio Oeste para informar lo sucedido.  El Comisario falleció cuando era trasladado al hospital ferroviario. Del vasco nada se supo, seguramente huyó a la meseta y desapareció en dirección al otro lado de los Andes.

Ardüser refiere en la página 73 que “el Comisario era un buen tipo, pero nadie se apiadó mucho.  Por los atropellos, abusos y crueldades de todo tipo que comúnmente cometen, son más bien odiados. Muchos guardianes  del orden están en convivencia con delincuentes y asesinos. Violan mujeres. Es frecuente que los hombres del comisario apaleen y casi maten a buenos vecinos, por no votarlos para una reelección o por no pertenecer al partido político de turno”. Y agrega: “Aquí no se arreglan las diferencias con los puños, enseguida echan mano al cuchillo, y si tienen, lo arreglan con revólver”. (Un Suizo en la Patagonia, página 73).

El libro de Guardia de la Policía de San Antonio Oeste del 22 de octubre de 1925 refiere: “Siendo las 10 hs se presenta el vecino (…) conduciendo al herido Fernando Díaz Gómez, el cuál quedo alojado en esta Comisaría (…) había sido herido el 19 del actual en el Rincón de los Berros, jurisdicción de Sierra Grande, por la mujer Modesta Cabrera de dos balazos”. No se especifica la razón por la cuál la mujer disparó en contra de Díaz Gómez quién permaneció varios días “internado” en la Comisaría reponiéndose de las heridas.

El 22 de noviembre de 1925, el libro de Guardia registra la detención de un tal David Santana  por “supuesta violación de menores”.  Entre tanto, Díaz Gómez mejoró de las heridas por que el 27 de noviembre es puesto a disposición del Juez Letrado Doctor Garriga. Ese mismo día hubo bastante actividad. En tren arribaron desde la línea sur Meritorio Tito de los Reyes Besada conduciendo a una detenida –no informa nombres, apellido y delito- y del Sub comisario Loreiro con a un sargento herido. Al rato detuvieron a un tal Francisco Pilla por estar “comprendido” en el artículo 255 C.R.,  y el Agente Parra haciéndole “pata ancha” a un superior, detuvo al Sargento Linares quien fue preso por “ebriedad”. Ambos infractores quedaron en libertad al día siguiente por orden del Juez de Paz. (No se menciona nombre ni apellido del letrado).

El 5 de diciembre fue detenido el marinero Ovejero “por ebriedad y desorden” en el prostíbulo. Y al rato, llegó desde Valcheta la señora Catalina Córdoba remitida “sin pasaje” por la policía de la ciudad hermana. Luego de la bronca en un prostíbulo a cargo de un marino, se incrementaron las visitas de control a la casa de “tolerancia”, de donde las patrullas regresaban horas después “sin novedad”.  El recuento de hechos es muy extenso y  aquí creemos conveniente, terminar con el resumen.

Por Marcelo Pesaresi (In memorian)

Fuentes consultadas:

  • Archivos del Museo Histórico Municipal; Dirección de Cultura de la Municipalidad de San Antonio Oeste; Río Negro; Argentina.
  • Libro de Guardia de la Comisaría de San Antonio Oeste, de 1925.
  • Ardüser, Leonhard; “Un Suizo en la Patagonia”; Edición del Autor; Bariloche; Río Negro; 2004.
  • Bonuccelli, Hebe; Pezzot, Graciela: “Los inmigrantes italianos en San Antonio”; Planeta Sur Magazine; Buenos Aires; Argentina; 2005.
  • Revista del Círculo de Oficiales de PNA: “Otra vez rumbo al Sud. Apuntes del Pasado”; Año II; Nº 28 al 30; Biblioteca de la sede Social del COPNA.
  • Rafart; Gabriel: “Tiempos de violencia en la Patagonia. Bandidos, policías y jueces 1890-1940”; Editorial Prometeo; Buenos Aires; Argentina; 2008.

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