Editorial: difícil equilibrio





Hace 35 años, el presidente Raúl Alfonsín, hombre de visión amplia y con perspectiva de futuro, habló de salir de la centralidad porteña y trasladar la capital a Viedma.

El municipio de San Antonio Oeste, bajo la intendencia de Ernesto “catito” Urcera, ofreció un terreno en Las Grutas para realizar la sede de verano presidencial.

Reminiscencias de un pasado que no suelta a los más veteranos, quienes con nostalgia vieron que posiblemente, el ombligo del país, hubiera sido Río Negro. No sucedió.

La Ley Fundamental de 1824 y la capitalidad elegida en un congreso federal de 1826 sellaron definitivamente que Buenos Aires sea la ciudad central. La aduana era el factor económico muy fuerte en esos tiempos.

Alfonsín sabía que iba contra los intereses arraigados, pero gestó igualmente la idea. Lamentablemente el tiempo le dio la razón y hoy la hegemonía en medios de comunicación, como de potencialidad política, sigue siendo la ciudad fundada (en una segunda vuelta) por Juan de Garay.

Todo lo que sucede por esos lados, repercute en el interior, por más que aquí, estemos en un contexto diferente, como actualmente vivimos. No somos ellos, por eso estamos en un mejor escenario dentro de la emergencia sanitaria y hasta ahora, en Río Negro, como en la zona atlántica, por suerte, en pleno proceso de contagios elevados, colapsaron los centros de salud, públicos y privados.

Más allá de eso, es importante que la federalización tanga un rol central, como acertadamente observó Arabela Carreras y otros gobernadores, ante el enojo presidencial.

La reunión de los tres intendentes con mayor peso turístico en la provincia (Casadei, Pagliano y Genusso) fue un mensaje a los que toman decisiones a nivel provincial, sentados en el comité de emergencia rionegrino.

Los intendentes no van aceptar que “todo se cierre” porque ninguna de sus comunas, podría soportar una situación económica que ponga aún más en rojo las arcas que actualmente vivencian.

Esta semana, el municipio sanantoniense volvió a negociar y aceptó la propuesta de los gremios de un 18%, para el primer semestre. La patronal casi no opuso resistencia y ni siquiera se esforzó por estirar al menos en tres meses, el pago de ese porcentual.

Los gremios “ganaron” nuevamente esta batalla de paritarias, una especie de “veni, vidi, vici”, pero por estos lados.

No solo eso, dentro de ese porcentaje, también está un alcance del 4% de la negociación del año pasado, dónde en octubre, los municipales lograron, también el aumento requerido. Bien por ellos.

¿Hay capacidad de negociación por parte de los miembros del ejecutivo?, no sabemos si el intendente estaba al tanto, suponemos que sí, pero la pregunta siguiente ¿hay dinero para sustentar los incrementos?.

Nuevamente el detalle recurrente en la caja municipal, al igual que el resto de los estados, la recaudación no es la mejor. Pero si bien el gobierno comunal aumentó todo un 36% (tasas y otros impuestos) el proceso en que nos encontramos inmersos: inflación más estancamiento es un combo imposible de soslayar.

Revisando el proceso inflacionario de los tres primeros meses, alcanzó el 13%. Para junio superará el piso semestral de esta paritaria y probablemente a fin de año, la inflación en perspectiva, será mucho más que ese 36% y los gremios solicitarán al menos “empardar” ese Índice de precios al consumidor, antes de fin de año. Un ruedo de nunca acabar.

Justamente por esta realidad probable rondó en esa mesa entre los tres intendentes, ya que los ingresos por turismo, en alta o baja temporada, siempre es importante para los erarios públicos.

Pero en Buenos Aires, ven con sus ojos de centralidad. Si bien la cuarentena es la solución para los contagios, a esta altura, las restricciones en la economía traerían un sinnúmero de problemas. Al menos en este punto geográfico de la zona atlántica.

El dilema será si la segunda ola llegase. Difícil equilibrio, en la permanente incertidumbre.

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