Editorial: los miserables

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“La primera justicia es la conciencia.”  (Víctor Hugo, Los Miserables)

Los sanantonienses han sido ninguneados. El proceso de remediación ambiental fue una estafa tras otra.

El fraude comenzó desde el poder kirchnerista, momentos en que el secretario de minería de ese entonces Jorge Mayoral, entregó la remediación a una empresa casi desconocida, dedicada al traslado de basura, con residencia en Avellaneda (Buenos Aires), pero con lazos con el poder que detentaba Julio DeVido.

Mayoral con Luis Ferpozzi (GEAMIN) llegaron de manera urgente un día a San Antonio, para firmar con el mismo Ezequiel Walter Silva, funcionarios provinciales y municipales. Posteriormente el ingeniero de la empresa, un tal Ponce explicaba las bondades de lo que iniciarían.

Se perdieron casi 20 millones de pesos del crédito del BID con estos sujetos perversos. La firma Ezequiel Walter Silva, que cobró ese adelanto financiero, no cumplió con las obras, pero sí se capitalizó con el dinero para sanear los accesos, compraron máquinas viales nuevas y se las llevaron. Nunca se supo si se iniciaron acciones legales.

Mayoral debería estar procesado y tras las rejas por la estafa a la que llevaron con el crédito para mejorar el entorno y la salud de un pueblo, pero hasta el momento goza de libertad sin remordimientos.

Pero el engaño no terminó allí. Llegó el gobierno de Cambiemos y prometieron remediación final y total con la geóloga Carolina del Valle como responsable, la misma que había realizado la prospección con la consultora URS, quienes erraron el volumen de contaminación por un margen de un 70%. Del Valle fue premiada para estar al frente del nuevo proceso, había 70 millones para hacerlo. La historia se repitió, la remediación quedó inconclusa, con consecuencias infaustas futuras para los habitantes.

A mitad de trabajo, Nación anunció que no había más dinero, se utilizó todo y por ello la empresa se retiró, luego la población se enteró que hubo errores de cálculos, que tampoco la celda alcanzaban sus dimensiones previstas para almacenar escoria, en definitiva otra estafa, pero esta vez aún mayor, ya que mal remediado es más alarmante, las mediciones en la atmósfera en la zona de las viviendas, había aumentado. Los peligros se potenciaron.

El pase de secretarios nacionales de Melián a Sánchez continuaron con los mismos lineamientos y ahora, con el reconocido por los rionegrinos Horació Jouliá, ex ministro de Pablo Verani, quien lleva adelante las negociaciones, solicitó sin contratiempos que se firme un acta para ser entregado a la justicia, consiste el mismo en compactar tierra mezclada con cemento común sobre las calles y veredas para que permanezca un año y después ver qué hacer. Sigue la impremeditación.

Jouliá es quién  actuó en privatizaciones de casinos en el ex gobierno radical, representa legalmente a Cambiemos en la justicia en esta instancia federal, el acuerdo es para al menos “zafar” por un lapso de tiempo con la resolución de las medidas cautelares. Cambiemos incluso quiso hacer caer por medio de presentaciones legales contrarias.

Ahora este convenio marco que no se sabe si se cumplirá. Es difícil creerles a quienes mediante componendas jurídicas no quieren respetar la salud de una población, siendo que son representantes del pueblo, no de los intereses monetarios.

Rescatamos esta frase de la multisectorial de vecinos como veedores “Esperamos que el Estado Provincial asuma sus propias responsabilidades en lo que hace a la salud pública y la calidad del ambiente y que el Estado Municipal se haga cargo de lo que le compete en cuanto a garantizar la seguridad y eficacia de la intervención planteada.”

Jamás se hizo público el informe final de porque quedó trunca la remediación.

Se ignoró los planteos de los representantes de los vecinos.

Nunca se consultó a quienes ya habían expresado su contrariedad a la forma de remediación, alguno de ellos vecinos sanantonienses capacitados en estos temas, quienes advirtieron los gruesos errores del proceso.

En conclusión el estado mostró su peor rostro: falta de compromiso, dejadez, mala praxis, estafa, ausencia, irracionalidad. Todo es innegable. Los miserables de la política mantuvieron la contaminación, después aparece la hipocresía de querer firmar un convenio que no resiste ningún análisis lógico.

 

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