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Nacho y su bautismo en Las Grutas, se convirtió en el primer buceador argentino con síndrome de Down

- foto archivo

Tiene 24 años, es de  General La Madrid y este lunes buceó por primera vez en las aguas abiertas de Las Grutas.


Ignacio Ponce tiene 24 años, practica natación desde el 2017 y trabaja como sonidista en el concejo deliberante y en una radio de General La Madrid, su ciudad natal. A pura voluntad y con una mente soñadora, Nacho, como lo llama toda su familia, sus amigos y vecinos, se convirtió en el primer buceador argentino de aguas abiertas con síndrome de Down.

«Su desarrollo en este deporte siempre fue de un nivel excepcional, y al verlo tan bien en el agua, charlé con él y le planteé la idea real de ir a bucear al mar», cuenta Bruno Pellita, su instructor de buceo. Y agrega: «Junto con los padres de Nacho nos pusimos a hacer todos los estudios médicos necesarios para saber si su cuerpo estaba en condiciones de bucear a mayor profundidad que en la pileta, dado que hay un cambio considerable de la presión».

l recibir el visto bueno de los médicos, y con el apoyo incondicional de mamá Viviana, papá Gustavo y sus hermanos Mateo y Lola, este joven bonaerense, junto a su grupo de amigos de la escuela Nereidas buceo, empezó a entrenarse con más entusiasmo que nunca para cumplir con su misión de tirarse al mar y demostrarse -y demostrar- que los miedos están para vencerlos y los sueños para cumplirlos.

«Con Nacho nos conocimos en el natatorio municipal. Mientras yo daba un curso de buceo, él estaba en su clase de natación y se acercó por abajo del agua en apnea a ‘pedirme’ respirar abajo del agua con nosotros», recuerda el instructor y compañero de aventuras del buceador. Y continúa: «Hoy por hoy es uno más de nuestro grupo de amigos y compartimos asado todos los martes».

Con atrevimiento y valentía, Nacho adaptó sus habilidades y reforzó las medidas de seguridad para dar el salto a las aguas de Las Grutas, donde buceó este lunes por primera vez.

Más allá de la satisfacción por el logro alcanzado, Pellita resalta el aprendizaje de trabajar a la par de Nacho todos los días. «Me enseñó a naturalizar las situaciones dificiles y transformarlas en desafíos. Saber que si tenés un sueño, un deseo o un objetivo, siempre podemos encontrar herramientas para cumplirlo. Y sobre todo, me enseñó a enfocar siempre en lo que ‘sí podemos hacer’ y no en lo que ‘no podemos hacer'», asegura.

En definitiva, Nacho no sólo cumplió su objetivo personal. Sin saberlo, también sembró algo mucho más importante. (Filo News)

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