Para hablar de “pie diabético” tenemos que empezar a hablar primero de la diabetes y de algunas cifras.
La diabetes es una epidemia mundial (la gran epidemia del siglo XXI); según la Organización Mundial de la Salud (OMS) hay 171 millones de diabéticos en el mundo, y se estima que en el año 2025 el número aumentara hasta los 366 millones, debido principalmente al incremento de la esperanza de vida, la obesidad, el sedentarismo y el cambio de hábitos alimentarios. Por este aumento exponencial de la enfermedad están aumentando las complicaciones crónicas de la diabetes y entre ellas figura el “pie diabético”.
El “pie diabético” es la enfermedad del pie, del tobillo hacia abajo, en personas diabéticas, con o sin herida de los pies, con o sin afectación de la sensibilidad, con o sin alteración de la circulación y con o sin alteración de la estructura del pie.
La lesión más conocida y habitual es la “ulceración”, una herida crónica y de difícil tratamiento. Se estima que aproximadamente el 15 %(uno de cada seis) de los pacientes diabéticos presentaran al menos una ulceración plantar a lo largo de su vida.
El costo social y económico de este problema es enorme al igual que el impacto a largo plazo en la enfermedad, mortalidad y calidad de vida. Quienes desarrollan una ulcera de pie diabético tienen un riesgo mayor de muerte prematura, infarto de miocardio y enfermedad cerebro-vascular (ACV) que aquellas personas que no presentan antecedentes de ulceras.
¿PORQUE SE ULCERAN LOS PIES?
Las ulceras se originan por una combinación de alteraciones:
-Neuropatía periférica (falta de sensibilidad dolorosa).
-Enfermedad vascular periférica (disminución de la circulación).
-Deformaciones anatómicas de los pies (dedos en garra, dedos en martillo, pie plano o pie cavo, juanetes).
La neuropatía sensorial hace que el pie se vuelva insensible a pequeños traumatismos repetidos (el roce interno de un calzado ajustado, por ejemplo), formándose callosidades, que si no se detectan tempranamente se ulceran. Al ulcerarse hay contaminación de gérmenes y posteriormente sucede la infección. Si a esto le sumamos una mala circulación esa herida no tendrá posibilidad de cicatrizar, complicándose y llevando en muchos casos a la amputación de un dedo o varios, el pie o la pierna.
¿Cómo puedo evitar una ulcera?
La prevención se basa en:
-Control adecuado de la diabetes y los factores de riesgo cardiovasculares (tensión arterial, colesterol, obesidad, no fumar).
-Conocer y aplicar una cartilla de cuidado de los pies.
-Realizar un examen completo de los pies en salud, según el riesgo que presente.
-Detectar lesiones “preulcerativas” (callos, ampollas, hematomas, hongos) de forma temprana.
-No sacarse callos, reventar ampolla ni cortarse demasiado las uñas.
-El zapato debe ser cómodo, blando, que calce justo. Hay que priorizar la salud más que la estética.
– Ante todo cambio que se observe en los pies, ponerse en reposo, no apoyar la zona enferma y consultar rápido al equipo de salud.
¿Cómo se cura una ulcera?
La clave para el tratamiento de las ulceras plantares consiste en el control adecuado de la diabetes, el desbridamiento ( limpieza de la herida), el manejo del exudado ( secreción de la herida) con los diferentes apósitos existentes, el manejo de la infección y la descarga del pie afectado principalmente ( uso de férulas o muletas). Además la intervención de un equipo multidisciplinario de especialistas en la atención es imprescindible.
Un paciente que ha tenido una ulcera o una amputación tiene gran riesgo de repetir la ulcera y tener otra en el pie enfermo o el contralateral.
RECUERDE QUE ES MEJOR PREVENIR QUE CURAR, QUE SOLO TENEMOS DOS PIES.
Dr. Edgar Torres, traumatólogo, Hospital S.A.O.