El loro barranquero o tricahue (Cyanoliseus patagonus) es una especie en peligro de extinción. La Fundación ambientalista Inalafquen trabaja arduamente en la recuperación de varios pichones que, en los últimos días, han caído de los acantilados de Las Grutas debido a diversos impactos en sus nidos. Uno de los factores que contribuyen a estas caídas es la alteración del ambiente sonoro.
Los pichones encontrados pertenecen al grupo denominado «volantones», ya que tienen las alas desarrolladas pero aún no dominan la técnica del vuelo. Esto los expone a múltiples peligros, como ataques de perros o la muerte, al caer de las cuevas donde anidan en los acantilados de las distintas bajadas.
El desafío de la recuperación
Liz Assef, integrante de la Fundación Inalafquen y del COA KIUS, comentó: «Son muy vulnerables. Los ruidos y las vibraciones los alteran, lo que los lleva a desorientarse y caer al suelo. Una vez allí, no pueden regresar por sí mismos a sus nidos y quedan expuestos a perder la vida.»
Lamentablemente, uno de los pichones rescatados no sobrevivió. Sin embargo, otros se encuentran en proceso de rehabilitación en una veterinaria especializada. Allí, bajo el cuidado de la veterinaria María Eugenia Picerno, se alimentan y se alojan en un recinto adaptado para ensayar el vuelo.
«En la naturaleza, sus padres les enseñan a volar. En esta veterinaria, hemos observado un fenómeno increíble: loros adultos liberados vuelan desde la costa para visitar a los pichones en el recinto, actuando como maestros detrás de la red,» explicó Assef con esperanza.
Una vez que los pichones dominen el vuelo, serán liberados para regresar a su hábitat natural. Este trabajo conjunto es esencial para la conservación de la especie.
¿Qué hacer si encontramos un pichón?
Si se encuentra un pichón caído, es importante:
No tocarlo: Podrían transmitir psitacosis, una enfermedad contagiosa.
No manipularlo: Podría estar herido, lo que dificultaría su rehabilitación.
Dar aviso inmediato: Comuníquese con guardas ambientales, la Fundación Inalafquen, el COA KIUS, los guardavidas o Zoonosis Municipal.
Es fundamental que solo especialistas capacitados manejen estas aves, ya que siguen normativas sanitarias específicas para garantizar su recuperación.
La costa de Río Negro: un santuario mundial
El loro barranquero que habita la costa de Río Negro es crucial a nivel global. En los acantilados del balneario El Cóndor, en Viedma, se encuentra el 71% de la población mundial de esta especie. Una pequeña colonia reside en Las Grutas, donde también son un atractivo turístico por sus llamativos colores.
La temporada de cría comienza en septiembre, cuando las parejas ocupan los mismos nidos cada año. Los nidos, excavados en los acantilados, son ampliados por toda la familia. Durante la incubación, el macho alimenta a la hembra, quien pone entre 1 y 5 huevos al año.
Los pichones nacen entre octubre y noviembre y permanecen en los nidos entre 53 y 68 días, siendo alimentados por ambos padres hasta que alcanzan la independencia en diciembre o enero.
Un hábitat amenazado
El futuro de esta especie está estrechamente ligado a la conservación de su hábitat, especialmente la estepa arbustiva, donde encuentran su alimento. Este ecosistema está gravemente amenazado por actividades humanas como el desmonte, lo que pone en riesgo la supervivencia de los loros barranqueros.
Cuidar de estas aves es cuidar también de nuestro entorno natural. Actuar con responsabilidad y compromiso puede marcar la diferencia en su preservación.