El Departamento de Zoonosis, perteneciente al área de Salud Ambiental del Ministerio de Salud de Río Negro recuerda la importancia de tener especial cuidado con la araña “Viuda Negra” que es extradomiciliaria y sobre todo la llamada “araña de los rincones” o “araña de los cuadros” la cual suele encontrarse dentro de casas, galpones, entre otros lugares y cuyas picaduras pueden causar cuadros de salud graves en las personas.
La araña de los rincones o de los cuadros, “araña marrón”, o “araña violinista”, es una araña pequeña. El cefalotórax de la hembra adulta mide aproximadamente 12 mm (sin contar las patas), de color tostado, marrón o marrón grisáceo, con una depresión que la mayoría de las veces tiene un aspecto parecido a un «violín» (de allí su nombre). Prefiere lugares secos y oscuros, detrás de muebles, carteleras, zócalos, cuadros, espejos, en cielorrasos de madera y hendiduras de las paredes, interior de roperos, entre prendas de vestir y calzado, en las ropas guardadas, en cámaras subterráneas, en depósitos, etc. Puede ser encontrada fuera de las viviendas pero siempre en lugares protegidos de la luz solar directa. El temperamento no es agresivo, generalmente no pica excepto cuando es apretada o aprisionada contra el cuerpo, por encontrarse en la vestimenta, ropa de cama, de baño o en el calzado; su mayor actividad es durante la noche.
Causa un envenenamiento potencialmente grave y letal. Es habitual que la picadura pase desapercibida y la mayoría de los sujetos picados concurren alrededor de las 24 horas posteriores al accidente. Esta demora en la consulta médica dificulta el diagnóstico preciso. Producen un síndrome dermonecrótico y/o hemolítico, con extensas lesiones locales en las cuales se observan áreas isquémicas, cianóticas y/o hemorrágicas, que forman la llamada placa marmórea. Con el transcurso de los días se produce una costra necrótica que puede desprenderse en 7 a 15 días y deja una úlcera de lenta cicatrización. El período de latencia entre la picadura y la aparición de los signos clínicos puede variar entre minutos y pocas horas, en la forma cutánea, y hasta 12 a 48 horas en la forma sistémica.
En el momento de la picadura se produce una sensación punzante, que muchas veces pasa desapercibida, luego de la cual aparece dolor quemante acompañado de edema. En el sitio de la picadura se forma una pápula, que puede evolucionar a una placa eritematosa o adoptar las características de placa “livedoide” o marmórea, rodeada de un halo claro, la cual queda bien delimitada en las primeras 24 a 48 horas. El cuadro puede acompañarse de compromiso leve o moderado del estado general con astenia, hipertermia, escalofríos, cefalea, exantema morbiliforme, prurito, petequias, mialgias, irritabilidad, visión borrosa, somnolencia, náuseas y/o vómitos.
Al cuadro se le agregan manifestaciones sistémicas que son consecuencia de la hemólisis intravascular: anemia hemolítica, escalofríos, hipertermia, hematuria, hemoglobinuria, ictericia, coagulación intravascular diseminada (CID), insuficiencia renal aguda (IRA) y muerte.
La viuda negra es de coloración negra, con manchas anaranjadas o rojas en el abdomen globoso. El cefalotórax de la hembra adulta mide de 8 a 15 mm, el macho es más pequeño (3 mm). Son de hábitat peridomiciliario rural (el más habitual) o urbano. Se las encuentra frecuentemente al aire libre, haciendo tela entre escombros, maderas, rastrojos, huellas secas, estiércol seco, troncos caídos, piedras, pudiendo también hacer telas en corteza y huecos de árboles, de paredes o en el suelo, madrigueras de roedores, depósitos de granos, laderas de las sierras, cercas, guarda rails, dentro de ladrillos huecos, latas vacías, acúmulos de piedras o maderas, etc. Generalmente no son agresivas y cuando se sienten amenazadas huyen o se deja caer de la tela adquiriendo posición de muerta, con las patas cerradas o con el vientre para arriba. La mayoría de los casos de picadura son de causa accidental cuando son presionadas contra el cuerpo de la víctima.
La picadura causa un síndrome neurotóxico, potencialmente letal, el paciente siente dolor agudo, opresión precordial (“se le cierra el pecho”), taquicardia, dificultad respiratoria y puede sentir “sensación de muerte inminente”.
Puede haber alteraciones electrocardiográficas, hipertensión y edema de pulmón; ésto y las alteraciones cardiovasculares pueden provocar la muerte del paciente. El envenenamiento por esta araña es especialmente grave en niños, ancianos y en pacientes con patología cardiovascular pre-existente.