Un 1 de julio de 1921 nace entre en las montañas de Piyuyo, departamento Iruya, Salta del noroeste argentino, Zoila Lamas, una vecina de nuestra localidad que está cumpliendo el día de hoy 100 años. El relato y las anécdotas de su vida la han reforzado su hija Marta Copa y su nieta Yael Pérez, la pequeña familia de cinco integrantes se estableció en el barrio 200 viviendas de San Antonio Oeste en el 2006.
La abuela Zoila Lamas recuerda; “Arriba en la montaña viví hasta los 10 o 12 años, estábamos cerca del pueblo de San Pedro, Jujuy, por ese entonces nos trasladamos a caballo de una zona a la otra, en caminos que subían y bajaban en zigzag entre medio de las montañas eran con días de viaje para llegar al otro lado donde había un campo al llegar dejamos las montañas atrás. Por esos años el tren que venía de Bolivia nos llevaba a Orán, Salta a la cosecha de caña de azúcar, íbamos por varios meses hasta ese momento mi papá estaba acompañado por mamá”.
Continuó relatando “teníamos mucha tierra donde nací, el agua la veíamos llegar en lluvia que regaba una quinta muy grande con fruta, papa, maíz, cebolla, verduras de todas clases, teníamos que bajar a cosechar para vender, guardar y consumo familiar, vivíamos de la siembra en la montaña” agrego “estábamos cerca de un río muy ancho que bajaba del norte, recuerdo con esa edad tenía que cruzarlo y decía “Jesús no me dejes que me lleve el rio, Jesús no dejes que me lleve el agua” para llegar al otro lado agarraba un palo para usarlo como bastón porque el agua me llegaba hasta arriba de la rodilla”.
“En uno de los viajes a Oran, Salta mi madre falleció siendo muy niña y por las circunstancias de la vida no tenía hermanos, papá decide escribirles a unos parientes para que me vengan a buscar de Oran a San Pedro, Jujuy, fue otro viaje largo por montaña y monte a caballo en algunos de los cruces de ríos el agua llegaba hasta la montura del animal” cuenta con cierta nostalgia.
“Al no sentirme cómoda en casa de los parientes y con papá trabajando arriba en la montaña, decido irme teniendo cerca de 12 años edad y casi escapando baje sola de la montaña y cruce el río, llegó a Iruya, Salta donde me recibe una madrina en su casa. A partir de este momento nunca más vuelvo arriba de la montaña, al enterarse mi papá se acerca dónde estoy y manda a llamarme para volver a casa, en el encuentro le respondo que no voy a volver, que quiero quedarme con mi madrina, él se va y quedo con ella, nunca más volví arriba de la montaña” describió en esta pequeña parte de su infancia doña Zoila Lamas, son sus recuerdos e historias, una persona que vivió en el campo y con una vida llena de superaciones ante las adversidades.
Por su parte su hija y nieta resaltan “siendo tan pequeña y huérfana tuvo una vida muy sufrida, dentro de su historia veo como se fue fortaleciendo y desde la fe se hizo fuerte y siguió su vida sola y trabajando. Fue mucama con diferentes patrones que a veces la maltrataban y se mantuvo estable en la cocina de una escuela donde pudo estar bien y de ahí la eterna frase que le dirá siempre a sus hijos ‘tenés tu pieza y tu cocina por esfuerzo propio’”.
“De joven conoce en Salta a José Inocencio Copa ambos con 25 años, en un principio no quería saber nada con la formalidad de un matrimonio y formar una familia, pero por los consejos de una de las patronas y ante la posibilidad de quedarse sola se lo replantea y se termina casando en el año 1942. Por familiares se trasladan en Buenos Aires, para luego de un breve tiempo instalarse en Campana, es donde nacen sus hijos José Nicolás Copa en 1945, Alfredo Copa en 1950 y Marta Isabel Copa en 1956. Son una familia de trabajadores que con sacrificio levantan su casa y vivimos en esa localidad por 60 años” explican.
“Al fallecer papá con 72 años y sus hijos establecidos con sus propias familias, se nos presentó la posibilidad laboral a mi marido en ALPAT por el 2004, siempre estuve con mi mamá somos muy unidas, y por dos años estuvimos yendo y viniendo hasta que decidimos vender todo en Campana y venirnos a vivir al barrio 200 viviendas de San Antonio Oeste, nos establecemos junto a mis hijos en nuestra actual casa en el 2006. Por ella, en la mudanza se trasladaron cerca de 70 plantas, eran más plantas que muebles” añadieron “en esta etapa de su vida no puede faltarle la miga de pan que junta en una lata que son para la bandada de gorriones y otras aves de colores que se le instalan frente a su ventanal”.
Uno de los tesoros que guarda Zoila y nos cuenta que; “En la casa de Campana, Bs. As en donde estaban los rosales, esto ya hace años, veo una mariposa en una flor, le digo que linda, que hermosa ¿Qué esta estas tomando? y se va, paso a la tarde y en la misma flor que posaba la mariposa estaban sus 4 alas, las agarre y guarde dentro de un libro hasta el día de hoy”.
Con respecto a su estado de salud y la pandemia, su hija y nieta nos comentan; “La abuela está lúcida, activa, de humor y risas, sin enfermedades, es independiente, muy creyente de Jesús, coqueta siempre usa el mismo corte de pelo y tintura, es muy servicial, es la que ayuda en la cocina y con relación a la pandemia comprende lo que pasa y después se olvida. Lo único es que tomamos los recaudos que toda persona mayor necesita”.
“La abuela con casi 100 años conoció a su último bisnieto recién nacido en El Bolsón, le encanta viajar, para la familia fue un momento muy emocionante para todos. Ella tuvo tres hijos, cinco nietos y seis bisnietos” agregan también “ella super quiere a los vecinos, a todo el barrio sabemos que su cumpleaños los ha movilizado y desean regalarle un lindo momento desde la vereda y ella desde la ventana, por la pandemia y porque los riesgos sus familiares no podrán viajar y somos una familia chica”.
La reflexión que nos deja Zoila en la extensa charla “pasé por muchas cosas puede escribir una novela, camine la vida por un lado y por el otro, no tenía miedo, camine sola de día y de noche, descalza y con lo que tenía para ponerme. Hoy agradezco y digo Gracias Señor por haber caminado por este camino y vos me acompañaste”.