Con un enorme despliegue de talento, compromiso y emoción, se llevó a cabo la séptima edición de “El Maruchito”, el tradicional encuentro de arte popular organizado por el Instituto Universitario Patagónico de las Artes (IUPA). Este año, el evento rompió todos los récords de convocatoria y se consolidó como una de las celebraciones más significativas del calendario cultural rionegrino.
Desde el medio del campo, donde se levanta el santuario del Maruchito, cientos de personas se acercaron para rendir homenaje a la figura de Pedrito Farías, el niño pastor devenido símbolo popular de la fe y la esperanza en la Patagonia. Allí, entre guitarras, danza y emoción, artistas, docentes, estudiantes y familias protagonizaron una jornada que combinó la devoción, el arte y el trabajo colectivo.
“El Maruchito está en el medio del campo, y eso implica trasladar todo hasta allá: la infraestructura, el sonido, las carpas, la logística. Pero lo hacemos con mucho gusto, porque no queremos que la gente pierda su lugar para celebrar. Para nosotros es un compromiso y una alegría enorme poder acompañar esta fiesta popular”, expresó Ricardo Casanova, Prosecretario de Arte Popular y Desarrollo Territorial del IUPA, visiblemente emocionado tras una jornada que demandó meses de preparación.
Durante el evento, el IUPA entregó reconocimientos a docentes que se destacaron por su labor educativa y su compromiso con los estudiantes. En esta oportunidad, Rosana Sepúlveda, formadora de la Escuela de Arte Popular de San Antonio, fue distinguida por sus pares.
“Cada año, los profesores eligen a quién reconocer por su trabajo. No es un premio impuesto, sino un reconocimiento genuino, de los propios compañeros. No tiene nada que ver con una cuestión de competencia, sino con valorar la pasión y el compromiso”, explicó Casanova.
El funcionario destacó que el aporte de cada docente se traduce en la energía y el entusiasmo de los alumnos: “Rosana tiene una pasión enorme como formadora, y eso se nota en sus chicos. Peleó hasta último momento para que pudieran viajar y participar. No se queda de brazos cruzados, y eso contagia”.
Uno de los momentos más conmovedores fue la presentación de más de 150 guitarras sonando al unísono, interpretadas por estudiantes de distintas escuelas de arte popular de la provincia. Casanova describió la experiencia como “el mejor Maruchito de todos los tiempos”: “Fue impresionante ver cómo se ensamblaron todas esas guitarras, cómo los profes y los alumnos trabajaron juntos durante semanas. Ahí se ve el trabajo de todo un año. Lo viví personalmente y puedo decir que fue una experiencia hermosa, de las que te marcan”.
Además, hubo presentaciones de danza, canto y expresiones artísticas de distintas localidades, con la participación de niños, adolescentes y adultos, acompañados por sus familias. El cierre estuvo a cargo de Sele Vera, único artista profesional contratado, mientras que todos los demás participantes actuaron de manera voluntaria.
“Nadie va por un caché. Nadie cobra por estar ahí. Lo hacemos porque creemos en lo que significa el Maruchito: un homenaje a Pedrito Farías y una celebración de nuestra identidad. Los docentes, los alumnos, el personal del IUPA, todos colaboran de forma desinteresada. Lo único que buscamos es que todos tengan agua, sombra, baños, un lugar digno donde compartir. Eso es lo importante”, sostuvo Casanova.
El evento no solo reunió a artistas, sino también a vecinos y emprendedores de distintas localidades. Durante toda la jornada, se registró un intenso movimiento económico, con puestos de comida, venta de artesanías y ferias locales.
“La gente de la comunidad vendió sus cosas, la iglesia también participó, todos muy conformes. Nos interesa mucho que haya movimiento económico y que esto beneficie a quienes viven en la zona. Es parte del sentido que tiene el Maruchito: generar encuentro, comunidad, vida”, subrayó el prosecretario.
Pese a la difícil situación económica y al alto costo del combustible, el público respondió de manera masiva. “Yo iba en el auto y cruzaba camionetas cargadas con leña, parrillas, puestos. La gente fue igual, porque hay un sentimiento muy fuerte alrededor de esta celebración”, relató Casanova.
Más allá de lo artístico, el funcionario destacó la función social y educativa del evento, que busca ofrecer a los jóvenes un horizonte de formación y contención. “El IUPA acompaña esta celebración desde el arte. Nuestra misión es acercar la guitarra, la danza, el arte a los chicos, para que no les pase lo que le pasó a Maruchito. Queremos abrirles caminos, como él abría la huella delante de la tropa”, dijo Casanova.
Y agregó con firmeza: “No podemos perder de vista que hay flagelos que acechan a nuestra juventud. Tenemos que ofrecer espacios donde los chicos se alejen, aunque sea por un rato, de lo que el rector Blan llama las ‘trampas del alma’: la droga, el alcohol. El arte es una herramienta poderosa para eso”.
El séptimo Maruchito dejó la vara muy alta. Tanto los organizadores como los participantes coinciden en que fue la edición más convocante, emocionante y lograda hasta la fecha. “Después de cada Maruchito, la expectativa crece. Pero estamos dispuestos al desafío. Queremos que esta historia se conozca por todos lados, que la gente sepa dónde queda, que en esos lugares hay gente que hace patria todos los días”, concluyó Casanova.


